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El campamento había concluido y la ceremonia de graduación de Kōtarō estaba más cerca de lo que creía, esta misma noche.

Se iba a ir...

No voy a poder acostumbrarme al hecho de no verlo correr por los pasillos, de no poder abrazarlo o darle un fugaz beso antes de que ambos fuéramos a entrenar, todo iba a cambiar, pero a pesar de todo, estoy muy feliz de que pueda hacer lo que le gusta y seguir jugando al voley como siempre decía.

Akaashi por otro lado, a pesar de que se había quedado en el equipo después de tanta insistencia por parte de su mejor amigo, decidió continuar con el entrenamiento. No iba a abandonar al equipo.

—¿Me viste ahí arriba? —preguntó Bokuto luego de haber bajado de aquel escenario, donde recibió su diploma —, seguro estaba re lindo, ¿no? —agregó, esta vez dirigiendose a ambos.

Akaashi y yo nos miramos, sonreímos por instinto y asentimos
No importaba que tan lejos se vaya Bokuto, él siempre iba a ser el mismo.

—Akichan —dice el peligris, llamando mi atención —, quiero que tengas esto —agrega mientras saca el segundo botón de su gakuran. Mis ojos se llenaron de lagrimas al instante —. Se que quizás sea una tradición un poco antigua, y que un botón tampoco pueda importar mucho, pero con esto represento que sos la persona más importante para mi y que juro cuidarte con toda mi vida, te amo Akira, nunca dudes eso.

—Yo también te amo —dije entre llantos.

Akaashi se reía de ambos, usando burlas como <<dos tontos enamorados>>, tenía razón... eramos dos tontos y estábamos enamorados.

—También quiero darte esto —dice sacando un anillo —, esta vez no tuve mucho tiempo para prepararlo como aquella vez en el campamento, pero es un anillo de promesa.

—¿Promesa de qué? —pregunté mientras el tomaba mi mano izquierda y posicionaba el anillo delante de mi dedo.

—De que nos vamos a casar —responde serio, pero con una sonrisa.

Su repentina propuesta me dejo boquiabierta. Mire a nuestro amigo quien solo con miraba con una sonrisa, algunas personas desconocidas habían comenzado a aglomerarse, se podían escuchar susurros del tipo <<que lindos se ven>>, <<¿le estará pidiendo matrimonio?>>, <<que lindo es el amor>>, aquella situación estaba agobiándome. Me estaba poniendo muy nerviosa.

Escuche como Bokuto soltó una risita y volví a verlo. Sus ojos se clavaron en los míos impidiéndome que viese al rededor. Por un instante sentí que estábamos solos, que era nuestro momento, que podíamos hacer cualquier cosa juntos.

—Te prometo que vamos a casarnos —dije con una gran sonrisa.

—¡Hey, hey, hey! ¡Akaashi, dijo que si!

—No dijo que si, dijo que... no puede ser, Akira dijiste que si.

—¡Claro que si! Pero claro, tiempo al tiempo.

Nos dirigimos a un parque cercano para poder seguir disfrutando de la noche.

—Bokuto, yo te compre esto —hablé nerviosa, entregándole una delicada caja, pequeña y rectangular.

Al abrirla se dejaba ver un collar, simple pero elegante, para nada ostentoso.

—Se le pueden poner dos fotos dentro —volví a hablar nerviosa.

Sus ojos se llenaron de lagrimas, me ponía muy feliz verlo así. Una sonrisa se dibujó en su rostro y se abalanzó a mi, envolviéndome en un cálido abrazo el cual decía: ya no estas sola, ahora estamos juntos.

—Gracias por quedarte conmigo —susurra en mi oído.

—La que te tiene que dar las gracias por no abandonarme soy yo —digo tomando su rostro entre mis manos —Te amo.

—Te amo más, Akira.

—Yo también los amo —respondió Akaashi divertido.

Habíamos obviado su presencia, algo que nos pasaba mucho. Solemos olvidar el mundo que nos rodea cuando nos encontramos frente a frente.

Es como un escritor, llamado Borges, dijo alguna vez: «Y de pronto llegará alguien que baile con vos, aunque no le guste bailar, y lo haga solo porque es con vos y nada más»... Así me siento cuando estoy con él. Me siento viva, libre y, por esa razón, el mundo a mi alrededor desaparece.

—¡Y nosotros a vos! —expresé libremente saltando sobre mi amigo.

—¡Hey! no me dejen afuera del abrazo —habló Bokuto en tono triste, encerrándonos a ambos en un abrazo.

Se iba a ir de la escuela, pero jamas de nuestras vidas. Todo va a estar bien.

Un ángel perdido | Kōtarō BokutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora