8

4K 403 56
                                    

—¿Debería ir? —le pregunté a mi madre. A estas alturas ya no podía negarme ir al campamento, pero no sentía correcto tener que ir y estar ¡una semana! rodeada de desconocidos preguntándome que me pasó en el rostro. Sería agotador...

Después de ver el entrenamiento del equipo de voley, volví a mi casa para poder vestirme y prepararme, en la noche tenía mi primera fiesta en mucho tiempo. Bokuto-san se ofreció a traerme pero le dije que no era necesario, él tenía muchas cosas que hacer antes y yo quería pasar a comprar algunas cosas.

—Hija, sé que te sientes mal por lo del golpe y los comentarios ajenos te afectan... —comenzó a decir —, pero creo que esos chicos están confiando en que irás. Te esperan.

No teníamos una relación cercana con mi madre, pero tampoco lejana. Cada vez que podíamos estar juntas parecíamos hermanas, más que madre e hija, siempre estaba trabajando o vaya a saber uno dónde... pero cuando teníamos unos ratitos juntas, me aconsejaba y me decía, casi siempre, lo que necesitaba escuchar.

—Si me lo preguntas como madre, prefiero que no vayas —dice —, prefiero que te queden aquí recuperándote, pero sé que no la pasaras bien quedándote. Seguramente dirás cosas como <<¿por qué no fui? Soy una idiota>> —dijo, haciendo un horrible intento por imitar mi voz. Me hizo reír, pero tenía razón —. Además... creo que ese chico, Bokuto... —no hablaba de forma clara. No entiendo a donde quiere llegar —, ¿te parece lindo?

Me sorprendió su pregunta, no solemos hablar de chicos. Bah... no solemos hablar. ¿Me parece lindo? Claro que si, su pelo en punta, grisáceo, sus ojos redondos... dorados, su inconfundible voz, su hermosa sonrisa, sus brazos, sus manos... su...

—Si —respondí tímida —, Bokuto-san me parece muy lindo.

Continuamos la charla mientras me ayudaba a encontrar el atuendo adecuado con el cual ir. ¿Vestido? ¿Jean? ¿Abrigo o sin abrigo? La última vez que estuve asi con mamá... fue antes de que papá perdiera la batalla contra el cancer. Se nos había hecho muy difícil llevarnos bien después de eso, yo siempre estaba con papá, él me enseñó lo básico que sabía sobre el voley y mamá me pegó su amor por el hockey. Pensé durante mucho tiempo hacer el deporte que papá tanto amaba... pero no soy tan fuerte, simplemente me sería imposible entrar en la cancha sin pensar que no podía disfrutar de esto con mi papá.
Lágrimas comenzaron a caer por mi rostro, mi madre lo notó. Limpio mis lágrimas con sus manos y me otorgó una cálida sonrisa, sabia lo que estaba pensando.

—¿Puedes volver a contarme cómo se conocieron con papá? —pregunté.

—Ya lo oíste miles de veces —dice ella entre risas. Pero de igual manera la cuenta.

Ellos se conocieron en la misma secundaria que yo voy, Fukurodani, es muy normal enviar a tus hijos al colegio secundario donde alguno de los padres fue, mis padres fueron a la misma institución así que desde que nací ya sabían dónde mandarme.
Papá era el capitán del equipo de voley, llevaba el número cuarto, al igual que Bokuto-san. En Fukurodani el capitán siempre llevó el número cuarto, era una tradición y, viendo a Bokuto con el mismo número que usaba mi padre, esa tradición sigue en pie.
Mamá había ido a uno de sus partidos, era el torneo de primavera. Fue a apoyar al equipo, como casi toda la escuela, no era muy fan del voley así que no conocía a los miembros, solo conocía a uno y era porque compartían la misma clase. Dice que le llamó mucho la atención el capitán del equipo porque parecía darlo todo, le hacía acordar a ella en los torneos de hockey. Eran las semifinales y la tensión en el ambiente se podía ver, no solo sentir, podías ver hilos de tensión entre los espectadores en las gradas y los jugadores en la cancha, todos estaban muy nerviosos, hasta mamá.
El Fukurodani lo dió todo, dejo sangre, sudor y lágrimas en esa cancha, pero no fue suficiente. Habían perdido. La mejor amiga de mi madre era la hermana del capitán, se había enterado en el partido cuando uno a uno comenzaron a nombrar a los jugadores.
Su mejor amiga estaba devastada, intentó imaginar cómo estaría su hermano, quien era el que estaba en la cancha. Un nudo en su garganta se formó, a pesar de no interesarle el voley, sentía el dolor de perder en un torneo importante, y más que nada estando tan cerca de la recta final.
Acompañó a su mejor amiga y ahí lo vio, totalmente devastado y aguantando las lágrimas, estaba papá sentado en las bancas. Se maldecía así mismo por no haber entrenado más duro, por no exigirse más. Mamá poso su mano sobre su pierna y le regaló la misma sonrisa cálida que a mi, le estaba diciendo que todo estaría bien, que ella lo entendía. Papá tomó su mano y comenzó a llorar... desde ese día fueron inseparables, hasta que dos años después de que nací a papá le diagnosticaron un cancer en la rodilla. Estaba muy avanzado, calculaban que lo tenía desde aquel partido en el que ellos se habían conocido.
Papá se había golpeado muy duro y eso pudo provocar que "despertara".

—Ya no llores, cariño —decía mi madre, dándome un abrazo —, yo también lo extraño mucho, nos hace tanta falta, pero él no querría que estuviéramos tristes, tenemos que ser fuertes por él.

No entiendo como la gente de un día para el otro no está más. Eso había sido un choque muy fuerte para mí por lo que no quise formar lazos con nadie y me obligue a no amar a mi mamá por mucho tiempo, sentía que las flores a mi alrededor se marchitaban, que la muerte estaba acompañando. No quería encariñarme con nadie, para que nadie más muriera, para que nadie me dejara. Con tan solo cinco años, tome la decisión de no hablar con nadie, de no hacer amigos, de alejarme de todos. Papá estaba siempre jugando al voley conmigo y murió, no quería que las demás personas mueran por pasar tiempo conmigo. No solo sentía que la muerte me acompañaba, sentía que yo era la muerte.
Antes de conocer a Bokuto seguía pensando igual, pero ahora creo... que Bokuto-san me devolvió las ganas de querer disfrutar la vida con otras personas, de querer tener amigos, de divertirme, de practicar un poco voley...

Un ángel perdido | Kōtarō BokutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora