Capítulo 17

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" El vicio de tenerlo todo,pero sabes exactamente qué parte de ti es tan frágil, que no te pertenece

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" El vicio de tenerlo todo,pero sabes exactamente qué parte de ti es tan frágil, que no te pertenece."

Allfayet

Estamos echos pedazos con retazos de nuestros propios miedos; nunca seríamos los mismos completos, aunque parezca contradictorio. Hay quienes no buscan en quien armarse, si no en quién dejar su parte inconclusa, compleja, infinita en sentimientos, esa parte quebrantada e intermitente que aún no ha podido apagarse ni con un mar de lágrimas.

Despierta frente a la penumbra de una noche en calma, como si la nada estuviese en una exhaustiva lucha por reanimar su dolor; sentada al borde de la cama con miras hacia el cielo estrellado y una luna insufrible.

- ¿Cuántas horas te quedarían de vida?- Su voz corrompe la soledad.
- Morirás en manos de un hombre que desconoces, en una casa que te reprime la voz, lejos de lo que fuiste alguna vez Allfayet...- Sin llanto, pero con las palabras más hirientes para ella misma. Esa gravedad de herirse para escudriñar los sentimientos más insospechados dentro de sí misma; una mujercita que pudiera recuperar el averno más insólito con su aliento agonizante.

- ¿Dónde quedaste?, ¿por qué te arrebataron y te dejaron en la oscuridad?- Empieza a aparecer el adictivo modo cuestionarse como una culpable de todo lo que le ha sucedido.

- Estoy sola...- Solloza, se cristaliza su vista, aguantando las ganas de llorar.

- Necesito algo...- Se levanta acomodando los tirantes de su pijama. Caminando a oscuras como la representación de su destino; premeditando tropiezos para poder abrir la puerta y salir, dejando poco ruido al salir con precisión afuera de la alcoba.

La luz de la luna engalana los enormes ventanales de los pasillos, el efímero frío que azota cada rincón, la inercia del sonido como un espíritu atormentando y desolado; descalza, con la vista forzada a pesar del lóbrego, ella sigue directo a caminar sin cuidado hasta encontrar algo de licor. Sin ser la mejor manera de desahogar lo que está estallando dentro de su pecho, pero siendo la forma de sostener la batalla que lidera cada minuto de su día a día.

Baja las colosales escaleras, su mirada reconoce entre la poca luz una esquinera con unas botellas de alcohol. De inmediato se acerca y toma dos de las tantas que hay, abrazandolas como si fuesen la cura a sus males o quizás el modo de apagar el infierno que la está devastando lentamente.

- Pueden ayudarme en algo...- Murmura mientras camina hacia las afueras de la mansión.
- Mi primera vez con algo de ustedes...- Chistea en si misma con las botellas de alcohol.

Se posa frente a la alberca; cobijada bajo los luceros que iluminan el cielo y sus hambrientos somnolientos. Se sienta en el suelo, abre con desespero una de las botellas, acomoda la otra a un costado y la mira como si se tratase del ritual que romperá su realidad. El primer gran sorbo recae en su cuerpo como el enemigo íntimo que detona la tristeza asfixiante, de esas que queman y no te dejan otra opción que convivir con ella.

- ¿Qué rayos contigo?, maldito Cenk...- Comienza a llorar desconsolada, de lejos un guardaespaldas de turno la observa.

- Estoy convencida que tu fuistes el culpable...- Otro shot de la botella acompaña la afirmación.
- No hallo una sola maldita razón para que sea yo la que esté en este lugar, ¡qué me hicieron!- Se levanta del suelo tambaleando por las cantidades exorbitantes que se toma sin escatimar lo fuerte que es.

- ¡Mientras esté aquí te odiare!, ¡me robaron mi vida!, ¡no me importa quienes me escuchen!- Sus acusaciones rebasan los gritos por el desgarrador llanto que interfiere, reclamandole a la nada.

El guardaespaldas hace un llamado por su teléfono mientras mira la escena de Allfayet.

- ¡Ya saben que Cenk es un monstruo!, ¡me robó! ,¡Y no es todo!, es un...- Tropieza con la otra botella que dejó en el suelo, irrumpiendo con la bulla al quebrarse.

- ¡Qué desastre soy!, ¡ojalá pudiera morirme ya!- Grita como si fueran sus últimas fuerzas.

- ¡Saquenme de aquí!- Exclama con desesperación.

- ¿Allfayet?- Jenny pregunta mientras la enfrenta.

- ¡Lo lamento!, pensé que esto no me iba a dejar tan mareada, ¡pero mira!- Gestua alzando los brazos.

- Ven conmigo, niña.- Con gentileza Jenny camina hacia ella.

- ¡No!, ¡déjame gritar lo que mi sobriedad me obliga a callar!- Se niega a ir con Jenny.
- Dile a Cenk,¿ o mejor traelo?...- Gesticula haciendo el llamado.

- Dame esa botella, ya basta Allfayet...- Jenny logra tomarla por el brazo.

- Creo que es mejor descansar, mañana conversemos mejor, ¿te parece?- La hala con sutileza.

- ¿Mañana?, yo no quiero ver a Cenk, ni a ti, ni a nadie, ¡odio a ese tipo!, ¿quién en su sano juicio atormenta a una chica o la compra?- El jadeo la hace caer abruptamente a la profunda alberca.

- ¡Allfayet!- Desesperada pide ayuda para sacarla; sin percatarse que Cenk se le adelanta a los guardaespaldas y sin pensarlo se tira al algua a sacarla.

- ¡No puede ser!, ¡muchachita!- Con molestia y angustia exclama al ver a Cenk, luchar para sacarla.

Él la toma entre sus fornidos brazos, mientras ella se resiste a que la saque.

- ¡Maldita sea!, ¡qué complicada!- Intangible con su corpulencia la inmoviliza para sostenerla.

- ¡Deja morirme en está maldita piscina!, ¡sueltame!- Se jamaquea, pero parece hipnotizado ante demasiada proximidad; nunca jamás pensado tenerla tan cerca, piel con piel, sus rostro tan acorralado ante el de ella.

- Estás cayendo en la locura...- Susurra, embobado, totalmente domado con el solo hecho de tocarla y sucumbir ante el incómodo momento, frente Jenny y un par de guardaespaldas; su momento ha sido detenido por la mirada de uno hacia el otro, no existe un algo más complejo e increíble que se está dando dentro de cada uno.

- Señor, ¡suba!- La voz despierta el momento que ha revivido algo en él.

- ¡No vuelvas a cometer estupideces!- Su vibrato de voz exagera al demandar una orden.

Ella mareada comienza a divagar, con algo de debilidad la logran sacar.

- Vamos...- Jenny sigue con la mirada a los guardaespaldas que la llevan; desvía una sonrisa hacia Cenk, pero esté está en shock.

- ¿Qué fue eso?- Cuestiona ante lo que observó entre él y Allfayet.

- Absolutamente nada...- Contesta, se seca el torso y la cabeza con una toalla que uno de los guardaespaldas le entrega.
- ¡No puede volver a pasar algo así!, ¡ella es un problema ahora!, tendré que ponerle guardaespaldas en cada maldito extremo del pasillo de la habitación.- Molesto, frustrado,pero más que todo impresionado que de tantas mujeres que ha recorrido, ninguna de ellas había conectado algo tan especial con él como Allfayet.

Algo está cambiando al monstruo, pero no precisamente su obsesión.
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ALLFAYET, LA OBSESIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora