Capítulo 9

179 92 11
                                    

"Algunas pieles cubren heridas, unas esconden rasgos de un alma sedienta y otras intactas visten horrores

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


"Algunas pieles cubren heridas, unas esconden rasgos de un alma sedienta y otras intactas visten horrores."

Allfayet

La oscuridad cobra vida en la aislada mansión; como motivo de algo extraño pasando en ella e intenta recordar cada cosa que solía hacer antes de ser secuestrada, enumera una a una en su memoria todas las vivencias en una vieja granja,la cual su padre había adquirido por herencia y allí ronda cada parte de sus sentimientos al no saber como volver a sentirse feliz; ese viejo amorío que se vestía de flexibilidades sobre un escenario, de puntillas desplegaba el vuelo con un par de alas invisibles en donde relucía la más ambiciosa pasión.
El ballet era lo que floreció en aquel tiempo y su fanático número uno se sentaba a ver como esa vida de su vida brillaba en la frágil adolecente.

Su mente se ve divagando, mira el contraste de los murales en colores delicados, esos que murmuran la melodía de su pestañear y entorpece su múltiples pensamientos, cierra los ojos,vuelve a relatar historias en algo que logre llamar su atención dentro de las cuatro paredes.

Sueña despierta con volver a sentirse viva, con el cuerpo debilitado se quita las frazadas que la protegen del frío que invade el dormitorio; aguarda sentada al borde de la cama y detenidamente se observa los pies, saca una pequeña risa recordando cuanto odiaba de lo que ella veía deforme, hasta que esos pies enaltecieron sus deseos en la danza.

Logra sacar con dolor la intravenosa que la tenía sedada, el gemido contenido se escapa una vez sus brazos libres; de pie frente al enorme espejo en que se miró sin ataduras, intentó elevarse de puntillas, con impulso denegado por su cuerpo sin suficientes fuerzas; respira profundo, vuelve a intentarlo, sus pies y piernas se emergen en temblores, pero ella ignora haciendo referencia a que las debilidades están en la mente; con los ojos cerrados se ubica en el ritmo de una pieza armónica de piano, la cuál utilizaba en las prácticas de la academia.

Su cuerpo parece relajarse y al indomable latir extiende su pierna izquierda, retando lo que ella creía que había olvidado....

El alma abatida revela que los años de prácticas y escenarios todavía viven en su interior; sus vueltas de puntillas siguen casi perfectas, en esa incomparable silueta dando vueltas como si fuera la típica bailarina de las cajitas de regalos. Imparable como el viento y su agitado cabello reviviendo en medio del lado oscuro en su vida.

El equilibrio falla en un segundo y la hace caer sobre al piso, detrás de una ranura en la puerta se esconden los ojos de Alan, aquél rubio con cara de ángel y amargura en su ser; se deleita conteniendo el más mínimo ruido al ver a la chica asustadiza. Él ladea una sonrisa con un toque de nostalgia ingrata... sí, demasiado ingrata para borrarla de su rostro en seguida, como si la emoción que conlleva una sonrisa fuera el peor de los pecados.

Un ruido se hizo presente al chocar la puerta con su silla de ruedas, frunce el ceño en señal de haber truncado el momento de espiar a Allfayet; ella frena la debilidad que la deja incapaz de ponerse en pie, a arrastres se moviliza y logra aferrarse a una silla como soporte para poder caminar.

ALLFAYET, LA OBSESIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora