Capítulo XXIV

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•Choi Soobin•

—¡Es como si fuera pasta dental con chocolate!— me quejé.

Hueningkai rodó los ojos en respuesta mientras degustaba aquel mal sabor de helado.

—Creo que exageras— respondió— además a Yeonjun hyung le gusta el helado de chocomenta.

—¿Y tú cómo lo sabes?— inquiri.

—Se muchas cosas, hyung— volvió a comer.

—¿Haz hablado con el?— el menor negó moviendo la cabeza de lado a lado— ¿Lo investigaste?

—Dios, Bin, no soy un acosador— rió— Taehyunnie hyung habla mucho de Yeonjun hyung, es todo, le tiene mucho apreció y realmente agradece que finalmente alguien lo entienda como tú— confesó, yo desvíe mi vista avergonzado.

Hueningkai no dijo nada más y se concentró en disfrutar aquel desagradable sabor –a mi gusto– de helado, me dejé caer a mi cama dejando aquella discusión sin sentido de lado, cerré mis ojos dejando que mi mente se llenará de confusos pensamientos.
¿Y si Hyunjin realmente quería volver a intentarlo?
Dicen que los ebrios y los niños dicen la verdad, ¿Cierto?

Aún así, no dejaba de pensar en Yeonjun hyung, ¿Qué estará pensando justo ahora?
¿Pensará en aquel beso?, ¿Se molestará y comenzará a odiarme?, ¿Se lo habrá dicho a Taehyun?

El sonido probiniente de mi teléfono interrumpió aquellos pensamientos, causando que diera un pequeño salto del susto, desbloqueé este para abrir mi bandeja de mensajería formando un sonrisa en mis labios al ver el nombre de la persona.

Junnie ❤✨
Soobinie, ¿Estás ocupado?

No, ¿Por qué?
¿Esta todo bien?

Junnie ❤✨
Ah...¿Puedes venir a mi casa?
Necesito algo de ayuda con algo.
Por favor.

Por supuesto, hyung.
Estaré ahí en un rato.

Junnie ❤✨
¿En serio?
¡Gracias, Soobinie!
Te esperaré.❤

Me levanté de la cama ganando una mirada confundida de Hueningkai, ignore esto y el hecho que el menor observará con detenimiento cada una de mis acciones, arreglé mi cabello frente al espejo para luego buscar una chaqueta, después de todo, hacía algo de frío.

—Ire a casa de Yeonjun hyung, dile a mamá— hablé al menor quien formó una sonrisa traviesa en sus labios.

—Últimamente no estás lejos de ese chico— alzó una de sus cejas, recargando su espalda en el asiento— ¿Que ocurre entre ustedes?— rió.

—No digas idioteces, Hyuka, solo es un amigo— dejé de verme al espejo para girar al menor quien no estaba muy convencido de mi respuesta— pero sí, admito que me la pasó muy bien con el, es muy agradable y tierno, pero solo es un amigo.

—Por ahora— respondió con burla, desvíe la vista avergonzado y sinceramente no sé por qué— ¡Te gusta!— se hecho a carcajadas.

—¡No seas idiota!— lancé hacia el menor algún peluche que había en la habitación— Yeonjun hyung no me gusta.

El menor solo se quedó viendo con burla dando una que otra carcajada, dejé de prestarle atención y baje con rapidez las escaleras, con algo de prisa tomé las llaves del auto, para así llegar rápidamente al hogar del mayor.
Sabía que no me iría nada bien sabiendo que no había pedido prestado el auto, –aunque fuera mío– pero no faltaba mucho para que pudiese usarlo y poder decir que finalmente tenía un auto.
Una vez estando en camino, mis pensamientos volvieron a invadir mi mente, ¿Y si Yeonjun quiere hablar sobre eso?
El y yo acordamos el no recordarlo, pero yo no podía olvidarlo, ¿Qué tal si el tampoco?
Aquel beso fue inocente y sin malicia, pero no podía cambiar el hecho de que fue uno forzado para el mayor, mentí y eso no dejaba mi mente tranquila, estaba confundido, solo poco ha pasado desde que el mayor se había cruzado en mi vida, pero en tampoco tiempo el se volvió importante en ella y aquello me hacía temer que el mayor ya no tuviera aquella confianza en mí, lo forcé a estar en una situación que el nunca pidió, me he equivocado y aunque me disculpé, no lo cambiará, Yeonjun hyung es un chico maravilloso, pero también es una persona que siente, puede molestarse y si quiere hecharme de su vida.

No, Yeonjun hyung jamás haría algo así.

Trate de convencerme a mi mismo de ello.

También Hyunjin vino a mi mente, realmente su ausencia dolía mucho, quería tenerlo en mis brazos y volver a sentir sus suaves toques que siempre me habían hecho sentir protegido, Hyunjin era esa persona que no iba a superar, pero que debía alejarlo para lograr seguir adelante, observé cómo mis manos comenzaron a temblar y unas cuantas lágrimas comenzaron a descender por mis mejillas, estacioné el automóvil a un costado de la carretera tomando algo de aire, necesitaba hablar con Hyunjin, debía saber si realmente podría arreglar lo nuestro, pero quizá, debería solo ignorarlo, golpeé mi cabeza contra el volante causando que el claxon sonará asustandome ligeramente, volví a poner marcha hacia el hogar del peliazul, sin duda aquel chico me haría olvidar –aunque sea por un momento– al rubio.
Giré la vista logrando ver el nombre de la calle, frene el auto de golpe al ver que ya estaba apunto de pasar el hogar del peliazul, pasé mi mano por mí cabello frustrado.

—Dios, que idiota— me dije a mi mismo en voz baja.

Conduje el auto hasta estar fuera de la casa del peliazul, tomé una gran bocanada de aire y observé aquella gran casa color pastel, mordí ligeramente mi labio e hice mis manos puños, aún me sentía de alguna forma intimidado, quizá estaba pensando demasiado o tenía demasiadas ideas quizá o no erróneas de lo que el peliazul tenía planeado, di un par de pasos y toque con suavidad la puerta de madera, mi estómago estaba hecho un nudo y mi mente era un gran caos, estaba pensando demasiado.

Todo rastro de el temor o inseguridad desaparecio una vez la puerta se abrió dejando ver al mayor, estuvo apunto de caer, pero apoyo sus brazos en el marco de la puerta impidiendo que cayera, subió su vista avergonzado para después darme una cálida sonrisa, tomó un mechón de su azulado cabello dejandolo detrás de su oreja resaltando el aro plateado y azul que adornaban su oreja.

¿Siempre fue así de lindo?

—Soobinie— pronunció, un ligero rubor apareció en el en cuanto me observó con detenimiento— Te ves muy lindo Soobinie.

—T-tú te ves mejor, hyung— respondí con una voz temblorosa.

El no dijo nada más, pues sus mejillas sonrojadas y su vista baja demostró lo avergonzado que estaba, sonreí ante aquella adorable reacción del mayor, el se hizo a un lado extendiendo su brazo dando a entender que entrara a su hogar.
Con algo de timidez me adentré al hogar del peliazul, un aroma dulce fue lo primero que pude notar al entrar, no pude evitar bajar la vista al observar al mayor quién no apartaba su vista de mi.

—Estaba preparando algo— musitó el mayor— quería saber si podrías ayudarme, Soobinie.

— Por supuesto, hyung.

—Pasa a la cocina, Soobinie, cerraré la puerta— asentí.

Caminé con lentitud hacía la cocina donde me encontré con una gran sorpresa, había un montón de bocadillos y podía verse en el horno un pastel el cual casi estaba listo, giré mi vista hacia Yeonjun el cual con timidez sonrió hacia mí.

—¿Tú hiciste todo esto solo?— el mayor asintió cabizbaja— Es maravilloso, ¿Cuál es la ocasión especial?

—Es el cumpleaños de mi madre, prometió llegar temprano hoy— sonrió, sus ojos brillaron hermosamente al mencionar a su madre.— ¿Podrías ayudarme con los preparativos?

—Me encantaría, hyung— sonreí.

Eternally // YeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora