Extra: Hearbreaker

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"La vida es sueño, y vivir es despertar."

Pero Mean no volvió a despertar.

Plan había llegado temprano, y sin embargo, era demasiado tarde. Cuando el pelimenta entró a la habitación, encontró el fino rostro de Mean más pálido de lo normal y sin rasgo de emanar un pequeño destello de vida. Mean vivía el sueño, uno en el que él solo podía estar, donde nadie sería capaz de tocarlo otra vez, donde Plan no volvería a tocarlo.

Había demasiada paz en el rostro de Mean, 

y sobre todo en su corazón.

El corazón de Mean era paz, y eso era el universo.

Por otra parte, Plan se encontraba en un silencioso estado de shock. Sentía como si todo pasara y no pasara al mismo tiempo, era tan irreal. Mean no podía haber dejado de respirar, no podía, eso no podía pasar. Pero pasaba y era tan doloroso, confuso que le tomó unos cuantos minutos al pelimenta para reaccionar y poder llamar a emergencias.

Plan colgó luego de que le informaran que llegarían en unos minutos, y se sentó frente a Mean, observando el frasco de pastillas a su lado, las sabanas cubriendo suavemente sus curvas, sus pestañas colgando en sus mejilla y las cicatrices en su cuerpo que jamás tendrán la oportunidad de sanar. Pero Plan, seguía sin reaccionar, no sentía nada, desearía poder estar llorando en este momento y cargar el cuerpo de Mean. Y... en lugar de eso está como un espectador, observando una escena que no logra procesar, que no le pertenece.

Plan se siente incapaz de sentir, está sobrio, y no puede sentir.

Solo puede escuchar un latido ensordecedor haciendo eco en su cabeza.

El corazón de Mean continúo latiendo, aun después de morir, sus piezas vibraban buscándose con la esperanza de volver unirse.

Pasaban los minutos, pero Plan no pasaba, continuaba en un constante estado de aterradora calma, que casi lo hacía sentir desconcertantemente embriagado.

Plan pensaba que tal vez debería beber un trago, sin embargo, esa idea fue interrumpida cuando las bocinas irrumpieron el silencio que había en el pelimenta. Ese aterrador silencio, acompañado de las sinfonías que creaba ese latido imaginario en su mente. Eso era todo lo que se encontraba dentro de Plan: silencio, incertidumbre, y aquel ritmo cardiaco que no le permitía escuchar sus pensamientos.

Todo, menos tristeza, o una pisca de culpabilidad.

Y eso era lo peor, Plan sabía que debería estar llorando o darse golpes en el pecho, pero en cambio, no siente absolutamente nada.

Plan destruyó a Mean, pero no sentía nada.

[...]

El día del funeral de Mean había llegado, y Plan permanecía tan inmutable como la primera y última vez que llegó temprano. No había derramado ni una sola lagrima, y tampoco sentía la urgencia de hacerlo. Pero, para su suerte había pescado una alergia ese día, haciéndolo lucir como si hubiese llorado por unas cuantas horas (aunque no era así).

Había demasiados rostros que no podía reconocer, no tenía la menor idea de que el pelinegro tuviese tanta gente que lo amaba. Plan no sabía. Plan pensaba que él era el único que tenía el derecho de amarlo.

Porque Plan amó a Mean, pero no estaba triste, no sentía dolor, no sentía.

-Plan-musitó una señora mayor colgándose del hombro del pelimenta, quien resultó ser la madre de Mean con aspecto tétrico que bordaba en la melancolía.

-Señora Phiravich- respondió Plan envolviendo sus brazos alrededor de ella, escuchando su respiración acelerada antes de separarse, sabiendo que estaba muy cerca de comenzar a llorar. 

Not heartbroken [MeanPlan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora