𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐂𝐮𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐚 & 𝐒𝐢𝐞𝐭𝐞

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ᴘᴇʀᴅɪᴅᴀ ɪ

◦ ❖ ◦DIAS ANTES◦ ❖ ◦

— ¿Cuántos días tendrás que irte?

— Un par.

Liam se marchaba a Liverpool nuevamente, y pues como dijo no regresaba hasta dentro de dos días.

— ¿Es muy necesario?

Levante la mirada hacia sus ojos.

— No realmente, pero preferiría estar presente, es algo importante y quiero estar al tanto.

No dije nada, tan solo me quedé en silencio observando como el hacia su equipaje.

Me miro atentamente.

Creo que notaba mi inconformidad.

— ¿Quieres venir conmigo?

— ¿A Liverpool? No gracias.

— ¿Entonces por qué esa cara?

— Pues estaré sola durante esos días, y me he estado sintiendo mal.

Acaricie mi vientre.

— Son solo unos días, de todos modos, si llegas a necesitarme no dudes de que vendré sin pensarlo.

Resople a la vez que me acercaba a él y recostaba mi cabeza de su pecho. Sus dedos dejaron suaves caricias en mi espalda.

◦ ❖ ◦PRESENTE◦ ❖ ◦

  Caminaba de regreso a casa, había ido a ver al señor Mitchell, quería iniciar ya con mis planes y necesitaba de su orientación. Estuve presente durante una consulta he incluso lo ayude a realizarla.

Se habia sentido tan bien ayudar y sobre todo brindar consejos que probablemente mejoren su vida. Los pacientes con depresión crónica suelen ser los más complicados de tratar, pero siempre y cuando se haga de la manera correcta se pueden obtener buenos resultados.

¡Hola, Blair!

Me sobresalte un poco al escuchar la voz de Cleer.

No la había visto desde la última vez que hable con ella.

— Hola.

— Primeramente, Jay me conto sobre tu embarazo, quería decirte muchas felicidades.

Le sonreí agradecida.

— Muchas gracias.

— Y... ¿Esta Jay? — pregunto mientras se acerba aún más.

— Esta en su trabajo.

— ¿Podrías guardarle esto? Recordé que habia dicho que le gustan mucho los pastelitos, se los compre ayer, pero olvide traérselos, y mejor se los dejo contigo antes de que se olvide otra vez.

Tome la bolsa que me ofrecía.

— Se los guardare.

— ¿A ti te gustan?

Me encantaba el pastel. Pero últimamente todo lo dulce me provocaba nauseas, por ende, trataba de evitarlos.

— Sí, me gustan, pero por ahora no tanto.

Acaricie mi vientre, el tan solo pensarlo me revolvía el estómago.

— Entiendo — ella asintió y dio unos pasos en retroceso. — Fue un placer verte.

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