En Orfeo, un pequeño mundo colonizado hace tanto tiempo que ya se ha olvidado de qué planeta se llegó, la población estaba claramente dividida en dos clases. Los Royal: clase alta formada por un pequeño grupo de la población que, por ser grandes estudiosos, estaban encargados del gobierno y controlaban los recursos. Y los Humble: clase baja y trabajadora formada por la mayor parte de la población, pero que carecía de voz y voto en la toma de decisiones. Los primeros eran los dueños del mundo, mientras que los segundos ni siquiera tenían la posibilidad de opinar sobre sus propias vidas. Y es que, siendo prácticamente analfabetos, servían para poco más que para ser obreros explotados y, por tanto, esclavos de los Royal.
Los dos términos utilizados escondían su significado en un antiguo idioma humano que describía claramente, aunque nadie lo recordara ya, lo que significaba pertenecer a cada uno de estos. Los términos habían sido acuñados por la clase alta, lo que demostraba quién había dominado Orfeo desde que éste fuera colonizado.
Dentro de los Royal había subcategorías que variaban de importancia dependiendo del trabajo que realizara la persona. Aunque aún más relevante que éstas, era el estatus que proporcionaba pertenecer a una familia con poder. Ser de una de éstas daba prestigio e influencia, pero no ayudaba a llegar a los puestos más importantes del gobierno ni aseguraba inmunidad. Y es que, si alguno de los familiares cometía una mala acción, un fracaso sonado, un error de importantes repercusiones o una traición al planeta, la familia entera podía verse arrastrada a un nivel social menor. Uno comparable con el de los Humble, si no por debajo de ellos. Tan sólo las familias primigenias, las de los colonizadores que llegaron al planeta antes de ser habitado, se libraban de este juicio moral perpetuo. Al menos en el pasado.
Cuando el planeta fue descubierto se le bautizó como Kepler–37b. No fue hasta que después de ser colonizado, tras un vasto proceso de terraformación, cuando los primeros colonos empezaron a llamarlo Orfeo. El planeta, poco más grande que la luna terrestre, era el más pequeño de entre los pertenecientes a la Alianza Lyra. Dicha organización estaba encargada de manejar y distribuir los recursos que producían todos sus miembros, y de entablar relaciones entre los gobiernos de los planetas colonizados. Todos los que giraban en torno a las siete estrellas que formaban la constelación que daba nombre a la Alianza. No obstante, no todos estos mundos contaban con la misma atención por parte de la organización.
Prácticamente olvidado por esta Alianza, ya que no ofrecía más que un mineral inexistente en el resto de constelación, el pequeño planeta Orfeo apenas contaba con terreno realmente habitable. Un único continente ocupaba casi toda la superficie, pero era poco más que roca, sin apenas agua, sin nada de vegetación salvaje y tan sólo habitado por los humanos que lo colonizaron. Los huertos que desde hacía medio siglo producían comida suficiente para alimentar a toda la población, fueran de la clase social que fueran, estaban creados con ingeniería genética. Antes de este avance, el trabajo para que los cultivos sobrevivieran a las condiciones del planeta, consumía a muchos más Humble de los que alimentaba.
La tecnología heredada de los colonizadores que formaron la Alianza, pudo haber solucionado el problema del estéril terreno, pero no hacía más fácil vivir en aquella roca. La mayor tragedia que les tocaba sufrir a los habitantes de Orfeo, causada por cambiar la órbita del planeta durante el proceso de terraformación, era el poco nivel de oxígeno con el que contaba el aire de su atmosfera. Esto provocaba que enfermaran todos aquellos que no dispusieran de su propia reserva de botellas de oxígeno. O sea, la mayoría de los Humble. Y ésta era la verdadera explicación de la supremacía de una clase sobre otra: el control sobre el oxígeno otorgaba el poder.
El gobierno, formado en exclusiva por Royal, procuraba las reservas de oxígeno gracias a los intercambios que realizaba con la Alianza por el mineral del que estaba hecho Orfeo. Una vez que el oxígeno llegaba al planeta, era el propio gobierno quien lo administraba, evidentemente, favoreciéndose a ellos mismos. Los Humble tenían que trabajar a cambio de parte de esa reserva y estaban obligados a alcanzar ciertos límites para cobrar. Esta forma de actuar acabó desencadenando en explotación, con aumentos anuales de esos límites a cumplir y la disminución de oxígeno a cobrar por cada trabajador.
La falta de oxígeno en el cerebro provoca confusión, falta de coordinación y dificultad para tomar decisiones y razonar. Síntomas leves comparados con la conclusión inevitable de la falta prolongada de oxígeno, la muerte. Estos síntomas se convirtieron en las razones por las que, a lo largo de los años, quienes los sufrían en Orfeo acabaron siendo mucho más dóciles a la hora de ser dominados. Pero esta explicación empírica acabó deformándose hasta convertirse en una creencia popular: los Royal merecían el puesto que ocupaban, por su mayor inteligencia, mientras que los Humble no servían para nada más que para los trabajos forzados que los primeros les imponían. Tristemente, esto no estaba muy alejado de la verdad, ya que lo que causaba la diferencia entre las inteligencias de las dos clases sociales, no sólo era la falta de oxígeno que les hacía enfermar, era la nula educación que se les daba a la clase trabajadora. Aunque esto tampoco era decisión suya. Al no recibir ni materiales ni profesionales con la capacidad de llevar a cabo la tarea, en poco tiempo no quedó casi nadie entre los Humble capacitado para enseñar nada.
Al final, después de que las cartas fueran repartidas asegurándose de qué mano iba a tener cada uno, los Royal no tenían preocupaciones. Tan sólo debían vivir una vida de lujos que conseguían gracias a que la clase trabajadora había acabado siendo su esclava. Los derechos de los Humble se habían distorsionado. Quedaron obligados por ley a realizar todos los trabajos físicamente exigentes, hasta que la muerte les liberaba, si querían recibir el oxígeno necesario para vivir. Oxígeno que, en realidad, recibían en la cantidad justa para que fueran capaces de volver a trabajar al día siguiente.
Tanto tiempo había sido así la vida en Orfeo, al menos visto desde el exterior y sin profundizar, que parecía que nadie fuera capaz de ver la injusticia que se había instaurado en el planeta. Hasta que alguien vio la verdad oculta a plena vista e intentó cambiarlo todo.
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Hipoxia - Parte I (El pueblo)
SciencefictionPrimera parte de la historia de Orfeo, un planeta en el que el oxígeno es un bien preciado que se a de ganar y la diferencia entre las dos clases sociales que lo habitan ha crecido tanto que se ha hecho insalvable. Cuando las libertades comienzan a...