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CAPÍTULO 25
𝗗𝗮𝗶𝘀𝘆 𝗰𝗲𝗿𝗿ó 𝗹𝗼𝘀 𝗼𝗷𝗼𝘀 y escuchó la música que salía de su teléfono mientras estaba tumbada en la cama con los ojos cerrados. Siendo sincera, aún se sentía anestesiada del resto del mundo. Sabía que estaba siendo dura con Simmons, pero no le llegaba a importar lo más mínimo.
Se preguntó si siempre se sentiría así. Continuó centrando su atención en la música, ignorando los sonidos de la base. Algunas veces, se preguntaba si podría pedirle a Gordon que la encerrara de nuevo en la habitación aislada, al menos de esa manera podría estar sola. Podría dejar salir sus poderes, sin tener que preocuparse por la repercusión de sus acciones.
Daisy notaba cómo todos le estaban dando su espacio, y ella lo apreciaba. Agarró su teléfono y miró la hora. Eran las dos de la mañana, lo que significaba que nadie estaba despierto. Bien. Se levantó y se cambió de ropa. Colocó el teléfono en su bolsillo y continuó escuchando música mientras entraba al gimnasio.
No se molestó en vendar sus nudillos, solo golpeó el saco de boxeo. Continuó golpeando hasta que la insensibilidad que la consumía fue reemplazada por el enfado. Enfado dirigido a su padre por hacerle esto. Cómo se atreve... ¡Cómo se atreve a declarar que todo esto lo había hecho por ella!
¡Ella no lo había pedido!
¡Ella no pidió resucitar!
¡Debería haber muerto!
¡Debería haberse quedado muerta!
¿Por qué diablos no podía haber sido normal?
¿Por qué no podía ser un padre?
Sus golpes pasaron a ser más feroces y sintió sus nudillos arder, pero no le importaba. Necesitaba sentir dolor. Necesitaba sentir algo.
Esta insensibilidad... la hacía fría.
Le hacía sentir que estaba en medio de una tormenta, observando a sus objetivos y masacrándolos como a animales en un matadero.
Imágenes de su padre comenzaron a aparecer en su cabeza. Imágenes de ella riéndose de los chistes estúpidos que hacía. Imágenes de ellos dos comiendo al final de una misión. Imágenes de ellos siendo una familia disfuncional, pero una familia.
¡PATÉTICO!
La velocidad y fuerza de sus golpes abrieron una raja en el saco, haciendo que la arena comenzara a derramarse pero ella no lo notó. Continuó golpeando, sacando sus frustraciones, la frustración de todo por lo que su padre le había hecho pasar.
