𝟬𝟰

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T/N se encontraba caminando por los pasillos de la inmensa casa en busca de los tres mayores, los cuales se estaban escondiendo de ella.

Y se preguntarán, ¿por qué se esconden? Bueno, es que Emma les había pedido a los tres jugar a las escondidas dentro de la casa, y el que ganaba, iba a obtener un pincel que mamá le había dado.

A la femenina le gustaba el arte, así que por eso quería ganar el juego. Siguió buscando por los rincones más cercanos de la casa con entusiasmo. Creía y confiaba en sí para poder ganar.

—Dónde será que... ¡Ya lo se! —exclamó mientras corría hacia una puerta.

Apoyó su cabeza en la puerta para ver si lograba oír la respiración de alguno y así fue, por lo que de un portazo abrió la puerta, encontrándose con Norman.

—¡Te encontré, Norman! —expresó ella alegremente, dejando escapar una suave risita que lo hizo revolverse de amor por dentro.

—Muy buena jugada, T/N —elogió con una leve sonrisa.

—¡Ven, vamos a buscar a Ray, y Emma! —repentinamente tomó su mano, arrastrándolo con ella.

—Esta bien, vamos —contestó con un leve rubor, casi invisible.

Y así fue como ambos comenzaron a buscar a los dos mayores restantes por toda la casa.

El segundo en ser encontrado fue  Ray, quien estaba debajo de la cama de Norman, algo que se le hizo muy gracioso a la de orbes (c/o)

—Oye no te rías —con su dedo índice, picó suavemente la mejilla de ella.

—Ay... Lo s-siento es que, te veías muy adorable —expresó sin verguenza alguna, dejando escapar una vez más su pequeña risa. Sus palabras lo habían hecho avergonzar.

—C-Como sea, hay que encontrar a Emma —le restó importancia, ignorando el creciente rubor de sus mejillas.

Ella solo asintió y comenzó a correr por la casa para poder encontrar a la pelinaranja, quien estaba escondida en la biblioteca.

—¡De verdad eres muy astuta! —elogió Emma, haciendo que la contraria se avergonzara.

—Bueno, es gracias a mi oído que los pude encontrar —respondió mientras se rascaba su mejilla—. Puedo escuchar sus respiraciones y el más mínimo ruido.

—¡Entonces eres genial y astuta! —volvió a elogiar la de orbes verdes.

—T/N —llamó Ray de manera repentina.

—¿Pasa algo, Ray? —inquirió mientras ladeaba la cabeza.

—Bueno, es que nosotr- —fue interrumpido.

La puerta de la biblioteca fue abierta por Don, quien se acercó a paso apresurado al grupo de los mayores.

—Don, ¿necesitas algo?—preguntó amablemente T/N.

—Bueno, es que mamá te estaba buscando y me ha mandado a avisarte que te espera en el comedor.

—Oh, esta bien —dijo con una leve sonrisa para posteriormente girarse a ver al trío—. Bueno chicos debo irme, ¡Luego me dices lo que planeabas decir, Ray! —y con eso dicho, salió corriendo de la biblioteca, dejando al tercio a solas.

—¡Maldición, se lo iba a decir! —exclamó frustrado el azabache.

—No te preocupes, se lo diremos más tarde. No hay que apresurarse.

—¿Ustedes creen que nos aceptará a los tres?

—Bueno, es cincuenta y cincuenta —respondió Norman—. Por un lado, puede que nos acepte, pero por otro lado, puede que nos rechace.

—No quiero imaginar ese escenario —dijo Emma mientras un escalofrío recorría su espalda.




—No quiero imaginar ese escenario —dijo Emma mientras un escalofrío recorría su espalda

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𝗟𝗢𝗩𝗘 𝗠𝗘,                     The Promised NeverlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora