𝟬𝟱

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Lo único que se podía oír eran los pasos apresurados de la fémina, pues tenía que llegar hacia donde estaba mamá Isabella.

Cuando llegó al comedor, allí estaba Isabella, esperando a la menor sentada en una de las tantas sillas del lugar. El lugar estaría en silencio si no fuera porque la mayor tarareaba tranquilamente una canción, una canción que T/N conocía muy bien.

Mamá —llamó T/N dulcemente.

La mayor abrió sus ojos y se volteó. Pudo ver a la dulce T/N, quien tenía aquella sonrisa que tanto la caracterizaba.

—Que bien que has llegado, T/N —dijo Isabella mientras se levantaba—. ¿Me ayudarias a hacer la cena el día de hoy, mi niña?

—¡Esta bien! —contestó alegremente.

Y así, ambas se fueron a la cocina para poder hacer la cena de ese día. De hecho, no era la primera vez que T/N ayudaba a mamá a preparar la cena. Siempre que la ayudaba, aprendía a cocinar cosas nuevas.

Mamá, ¿Puedo hornear galletas para los demás? —preguntó a lo que ataba su delamtal para cocinar—. Me gustaría darle las galletas a los niños como postre luego de la cena.

Isabella pareció pensarlo, pero finalmente accedió ante la petición de la menor, quien apenas supo la respuesta, no dudo en ir a preparar las cosas que necesitaría.






[...]





Luego de haber hecho la cena, la mayor junto a la de orbes (c/o) comenzaron a llamar a los demás para que finalmente pudieran cenar.

T/N comenzó a caminar por los pasillos para ver si se encontraba a alguno de los mayores, pero no fue así. En cambio, se encontró con Don, así que le preguntó si sabía en dónde se encontraban ellos.


—¿Sabes donde están?

—¡Claro! Están en la habitación de los chicos, junto con Emma.

—¡Gracias, Don! —se despidió de él y comenzó a subir las escaleras.

Cuando subía las escaleras, las preguntas comenzaban a aparecer en su mente, como por ejemplo: ¿Qué hacían los tres en esa habitación? Aunque bueno, debía respetar la privacidad de los tres, pero a veces era inevitable.

Al llegar, dió tres toques la puerta y luego giró la perilla de la puerta. Allí, se encontró con los tres hablando entre susurros, como si alguien -a parte de ella-, los pudiera oír.

—Oigan chicos, lamento interrumpir pero... Debemos ir a cen- —fue interrumpida.

—T/N, ¿Puedes entrar un momento? —le preguntó amablemente Norman a lo que ella entró dudosa a la habitación.

Se posó en frente de ellos y oyó como Emma cerraba la puerta detrás de sí, no sin antes fijarse de que nadie caminaba por los pasillos, o algo similar.

—¿Pasa algo? —indagó mientras ladeaba la cabeza.

—T/N, nosotros teníamos que decirte algo, ¿Lo recuerdas? —habló ahora Ray. Estando los tres en un mismo lugar... Era difícil.

—Oh si, ¿De qué trata?

—Nos gustas a los tres —soltó de repente Norman.

De por sí, las palabras no parecían querer conectar en su cabeza, dejándola en blanco por unos instantes hasta que sintió todo su cuerpo temblar, ¿causante? los nervios que comenzaban a invadir todo su ser.

—¿G-Gustar? —tartamudeĺ—. ¿En que sentido? Es decir..., Como amigos ¿Verdad?

—No, no es así —dijo Emma, negando.

—¿E-Entonces? —tragó duro—. ¿G-Gustar románticamente?

—Así es.

Su respiración comenzaba a ser entrecortada mientras parpadeaba repetidas veces.

Desde hace tiempo había tratado de retener esos sentimientos, pero sentía que si seguía allí terminaría enamorándose peor.




Desde hace tiempo había tratado de retener esos sentimientos, pero sentía que si seguía allí terminaría enamorándose peor

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𝗟𝗢𝗩𝗘 𝗠𝗘,                     The Promised NeverlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora