𝗟𝗢𝗩𝗘 𝗠𝗘, The Promised Neverland

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T/N se encontraba caminando por los pasillos de la casa mientras se tambaleaba de un lado hacia otro. Su respiración era agitada y todo a su alrededor daba vueltas. Tenía ganas de vomitar, y sentía que en cualquier momento iba a desplomarse en el suelo. Deseaba tener las suficientes fuerzas para no caerse ahí mismo.

Emma, Norman y Ray, pasaban de "casualidad" por allí y vieron a su amada, así que decidieron acercarse a ella.

Sin embargo, antes de que pudiesen decir algo, ella se desplomó al suelo abruptamente, sobresaltando al trío.
Emma fue la primera en reaccionar y acercarse, tomándola en brazos con dificultad, tratando de tener el mayor cuidado como si de cristal fuera.

—¡Norman, Ray! ¡llamen a mamá, rápido! —ordenó en un tono desesperado. La preocupación comemzaba a crecer en sí, y con ello, su cuerpo comenzó a temblar, temiendo que algo malo le sucediera.

Norman asintió y se apresuró a buscar a Isabella. Seguido, Ray se acercó a ellas y colocó su fría mano en la frente de T/N, sacándola casi al instante por haber sentido el gran calor que la misma emanaba.

—Está hirviendo... —musitó.

Oh, no.

[...]

Abrió los ojos y se sentó en la cama abruptamnete: Grave error, ya que al hacerlo, un gran mareo la invadió, obligandola a que se acostara una vez más.

La puerta de la habitación fue abierta por Isabella, quien a pesar de tener una sonrisa, manifestaba una gran inquietud. Más sin embargo, la misma se esfumó por completo al ver a la menor ya despierta.

—Es bueno ver que ya despiertas, T/N —habló con aquel tono acaramelado que la hizo sonreír a duras penas. La mayor se acercó a ella y colocó una de sus manos en su frente, provocando que soltase un pequeño "hmm" al instante—. Sigues hirviendo en fiebre... Iré a buscar un paño, ¿de acuerdo?

La de hebras (c/c) asintió suavemente y la vio irse, dejando la puerta abierta.
T/N estaba dispuesta a volverse a dormir si no fuera porque una indistinguible cabellera se coló en su campo de visión, y para cuando quiso enfocar su vista, unos brazos se encontraban rodeándola con sumo cariño, tomándola por sorpresa.

—T/N... —soltó su nombre casi en un susurro, generandole escalofrios. El albino se sintió tan aliviado de verla despierta, que la sensación era casi indescriptible— ¿Cómo te sientes? —le preguntó, finalmente separándose del abrazo. Sus manos se colocaron en los hombros de ella, manteniendo una corta distancia.

—Yo... —murmuró casi en un hilo. No se veia realmente bien— Siento que todo me da vueltas...

—¿Necesitas algo? ¿agua? —preguntó, colocando una de sus manos en su mejilla derecha, dándole pequeñas caricias a modo de confort.

—Con que tu estés aquí estoy bien, Norman —contestó ella, mostrando una sonrisa débil que le generó un agradable cosquilleo al varón.

No sabía si era por la fiebre o qué, pero las mejillas de T/N se habían vuelto más rojas, haciendo que se preocupara de sobremanera. No le gustaba verla así. De hecho, daría lo que fuera porque no tuviera esa maldita fiebre... Estaba casi seguro que fue provocada por el cambio climático, pero no podía pensar en eso, quería pensar en como ayudarla para mejorar, y estar con ella ahora.

Él la abrazó, y ella le correspondió con cariño. Por lo menos era consciente de sus acciones, o eso pensaba Norman.

—¿Tienes alguna idea del por qué te has enfermado? —preguntó. Y pese a que tenía una idea del por qué, también quería saber si ella pensaba lo mismo.

—Puede que sea el cambio climático; ya sabes como son esos temas conmigo —contestó, apoyando su frente en el hombro ajeno mientras que él apoyaba su mejilla suavemente en la cabeza de la oji-(c/o)

—Prometo que te cuidaré de ahora en adelante. Le pediré permiso a mamá para que me deje —mencionó, finalmente separándose del abrazo.

Él le sonrió con cariño mientras que ella lo miraba como si fuera algún tipo de ángel bondadoso. Sus mejillas se calentaron de más, y estaba segurisima de que no estaba en todos sus sentidos, ¡Pero, ¿Qué importaba?! Cuando se trata del amor, las barreras son inexistentes, ¿Verdad?

T/N soltó una pequeña risilla, y en un rápido movimiento, jaló de la camisa al albino, atrayendolo hacia ella. Sus labios se juntaron por un breve periodo de tiempo hasta que decidió separarse, mostrando la sinceridad de su amor.

—Qué dulce —ronroneó.

Sus mejillas se ruborizaron, ¡lo había tomado desprevenido, ¿es que acaso... no le daba pena?!

Y Norman, quien estaba a punto de decir algo, fue interrumpido por Isabella, quien le pidió que se retirara de ahí para que T/N pudiera descansar.