El rascacielos del infierno

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El aire que respiramos

solo un poco de sangre

el rey que más lloraba

el liviano hombre vivo.

Más allá de lejanas montañas

débiles tropiezos de silbidos

agónicos sollozos de corrientes

crujen los nacientes cumulonimbos.

Siempre han de caer las torres

siempre han de crecer montes

las lágrimas llegan sin aviso

el dorado ojo siempre ve.

Algunos días y nochesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora