part 2

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     Al finalizar las clases esperé ansioso a que todos los estudiantes salieran del segundo piso para así correr como si mi vida dependiera de ello hasta el salón del profesor Jeon.

     Lo vi; tan hermoso como siempre. Su mano parecía tener un vendaje mas grande, parecía un guante de boxeo blanco, me lamentaba tanto, si no fuera por mi torpeza su bonita y delgada mano estaría bien.

     Di dos golpecitos a la puerta con mis nudillos y entre. El maestro Jeon no despegaba su mirada de unas hojas que tenía en su mano. Con timidez me acerque lentamente, hasta quedar frente a su escritorio.

—Siéntate en alguna mesa, ya te diré qué debes hacer, tengo que terminar esto.—Asentí y acate sus órdenes, sentándome en la primer mesa y bueno, la que estaba más cerca de él.

     Nada raro sucedió por alrededor de diez minutos, la desesperación llegó a mi y sin estar consciente de ello mis dedos comenzaron a golpetear la madera de la mesa, mi mirada vagaba por todo el lugar con curiosidad. Estaba perdiendo la paciencia ya, quería irme, posiblemente Seokmin y Minghao me estarían esperando fuera de la escuela ya que habían veces en las que los tres íbamos al árcade para jugar unas cuantas horas o partimos al mini parque de diversiones que no quedaba a mas de tres cuadras de la escuela, Seokmin estaría bromeando durante toda la caminata, Minghao tomando fotos con su teléfono y pidiéndome favor a mí que le tomará algunas para luego subirlas a sus redes sociales. Definitivamente no podía quejarme de la escuela, he hecho grandes amigos y buenos recuerdos que nunca borraría de mi memoria.

—¿Qué es tan gracioso, Kim Mingyu?

     Me sobresalte cuando el maestro Jeon habló justo delante de mí. ¿En qué momento se levantó?

     Me encogí en mi asiento, me sentía tan diminuto cuando esa mirada estaba sobre mí. Apoyo una mano en la mesa donde estaba sentado, nuevamente mis nervios se incrementaron al sentirlo tan cerca.

—Yo...recordé un chiste que Seokmin me contó... lo siento si interrumpí.—Finalmente respondí. El profesor Jeon asintió con la cabeza y se alejó, regresando a su asiento.

—Ven aquí.

     Inmediatamente me levanté y me acerqué a él. Mis manos sudaban y mi corazón no podía dejar de latir con rapidez.

—Tengo que transcribir unos cuantos textos, sin embargo, ahora que mi mano no esta en condiciones, quiero que tú los hagas

—Claro, lo ayudaré en lo que sea necesario.—Respondí con una gran sonrisa, por fin me ha dicho qué tengo qué hacer, estaba tan desesperado por esto. Además, transcribir textos, ¿qué tal difícil puede ser eso? Soy bueno escribiendo en computador, en una sola hora podría hacerlo.

—Bien. El único problema es que no tengo mi libro aquí ahora, los tengo en casa y esos textos son para mañana, no sé qu-

—¡Iré a su casa!—Interrumpí, seguramente mi ojos brillaban del la emoción, tan solo pensar que conocería la casa del maestro Jeon, era tan emocionante.

—Mingyu, no es así de fácil, no quiero que lo malinterpreten—Retiro sus anteojos y acarició la zona entre ambos ojos—¿Qué estoy haciendo?

     Lo observé sin decir palabra alguna, parecía estar frustrado, ¿qué había de mal en ir a su casa? No es como si fuéramos a hacer algo íntimo, por más que deseara hacer algo de ese tipo con él.

     El maestro Jeon simplemente se levantó, tomó su maletín y caminó hacía la puerta, me quedé estático, mi mirada solo lo siguió con atención.
Antes que tomara la perilla de la puerta habló.—Ven conmigo, Mingyu.

(...)

     Nuevamente me encontraba en su auto, pero esta vez no era igual que en la mañana. Esta vez el encendió su auto y manejó hasta su casa.

     La sonrisa que tenía en mis labios era tan notoria y no me importaba si él lo había notado. Abrace la mochila que tenía descansando en mis muslos. Una mezcla de tantos sentimientos se mezclaron de repente al saber que conocería el dulce hogar del maestro Jeon.

     Cuando finalmente llegamos, quedé desconcertado y algo decepcionado.

—Entra. —Respondió abriendo la blanca puerta de madera de aquella pequeña y aburrida casa. Posiblemente la casa se veía tan anticuada y fea por fuera, no sería igual por dentro, ¿no?

     Vaya que pensé rápido, al ver dentro quedé aún mas sorprendido; y aunque no estaba tan mal como la vista de fuera, no había tanto de qué quejarme, aunque sinceramente esperaba algo más...no lo sé, ¿moderno?

  Qué era él ¿un viejo de sesenta años? Observaba la decoración del lugar con el ceño fruncido ¿qué eran esas raras decoraciones? Juraba que algunos de esos cuadros y posters mi abuelo también los tenía en su casa y maldición, ¿qué era esa sala de estar? Un sofá grisáceo donde solo dos personas podrían entrar en él, la alfombra de un sombrío color rojo, un aparato raro que en mi vida había visto y una radio, ¿quién usa radio en estas épocas?

     Y bueno, lo único que podía salvar de aquel lugar era la cocina, posiblemente el maestro Jeon le gustaba cocinar.

—¿Quieres algo de beber? Tengo...—Preguntó desde la cocina, abriendo su refrigerador pero cerrando este segundos después—. Agua y café, lo siento, normalmente no recibo visitas a casa.

—No se moleste, no tengo sed.—Respondí con una sonrisa.

     Durante todo ese tiempo que estuve en casa del maestro Jeon lo use para transcribir los textos que me pidió y bueno, por eso estaba allí. Sin embargo, el maestro Jeon me sorprendió de nuevo cuando me dijo que todo lo que escribía y material para sus clases era hecho a mano, recuerdo haberlo mirado incrédulo, ¿qué no usaba un computador para eso? esa fue una de mis preguntas y su respuesta simplemente fue: “No me gusta, lo prefiero escrito a puño y letra, aunque no estoy seguro si el computador de allá funcione aún”  Y por supuesto que no funcionaba, ¿cómo una caja gigante con una pequeña pantalla podía funcionar en esta época? Pero bueno, no podía retractarme en esos momentos y mucho menos dejar en aprietos al maestro Jeon.

ʜᴀɴᴅᴡʀɪᴛᴛᴇɴ - ᴍᴇᴀɴɪᴇ ᴀᴜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora