Capítulo 11

53 5 0
                                    

-Yo...Jay, lo siento.
El apretó la mandíbula y tuve miedo de su reacción. Se me quedo mirando fijamente y temí ver asco en sus ojos. Rechazo. Traición.
Pero solo vi desesperanza.
-¿Tienes que sentirlo por algo?
En realidad no. Yo no había hecho nada con Sam. Sólo me había abrazado, nuestros labios ni si quiera se acercaron.
-No le bese- Le dije apresuradamente- Jay mira nosotros...
-Pensé que sentías algo por mi- Su voz sonaba ronca. Rota.
- Jay. Yo siento algo por ti.
-No mientas.
-No lo hago, admito que esta loca idea del matrimonio apresurado y por medio conveniencia no me hace gracia. Pero no hubiera aceptado si no sintiera algo por ti.
-¿ Entonces?  ¿ Qué hacías con Sam en tu cuarto?
- Eramos amigos de pequeños. Muy amigos. Nos distanciamos y esta situación nos ha vuelto a acercar. Pero hay cosas que yo no puedo olvidar Jay. Yo no puedo estar con el, no de esa forma.- Aunque lo deseé, pensé culpable, aunque lo deseé más que nada.
- Nor,  estoy preocupado por ti. Supongo que si era amigo tuyo debió de ser un buen chico. Pero ahora su instinto liaki esta despertando. Lo vi en sus ojos. Tiene sed. Sed de vidas. Y la tuya es demasiado brillante como para resistirse a ella.
Aparte la mirada incomoda ante esa visión. La visión de Sam absorbiendo poco a poco la vitalidad de algún alma inocente.
-No puedo verle de esa manera, el era tan bueno de niño.  Me cuesta pensar que pueda si quiera matar a alguien de forma convencional.
- Lo hará,  igual que tu.
Asenti.
-Quiero hablar de nosotros- Dije- Jay, realmente te quiero. No es amor, aún no, pero se que seria muy duro perderte.  No quiero una vida sin ti. Quizás ahora puedas verme dudosa, entiende que jamás he estado con nadie y que la idea del matrimonio me aterra. Pero cuando pienso en un futuro te veo en él.  Conmigo.  Y es maravilloso.
El esbozo una mueca que parecía una sonrisa.
- Yo jamás pensé en ninguna otra, Nor. Ninguna te llegaba a la suela de los zapatos. Yo te amo. Más que a nada. Pero no quiero obligarte a hacer esto- Me cogio suavemente de la barbilla y me obligó a mirarle- Sí llegas a cansarte de mi. Si te hartas de esto. Házmelo saber y me iré de tu vida sin armar escándalo, solo quiero que seas feliz.
Sonreí,  más que nada porque no sabia que decirle.
-No quiero que te vayas. No ahora.
- No voy a hacerlo.

                                  ***
Llegue a casa pensativo y agotado. Sentía una garra horrible en la garganta, estaba muerto de sed.
Entre en la cocina y la observé algo sorprendido. Todo estaba perfectamente ordenado. No había el típico cenicero con las colillas de los cigarros de mi madre en la encimera. Ni ningún plato sucio en el fregadero. Abrí la nevera y me la encontré llena.
-Dios santo- Era como si mi padre hubiera resucitado y recolocado todo de nuevo. Mi madre nunca habia sido buena en esto.  En esto de ser madre. Y después de lo de mi padre menos.
Busque la jarra de agua y me serví un vaso. Y otro. Y seis más.
La sed no desaparecía,  la garra de mi garganta solo parecía estar apretando más. 
Vi que en uno de los armarios habían pegado un papel. Me acerque a ver.
" si tienes sed, mira en el segundo cajón del congelador. No te asustes, nos lo proporciona Leader para nuestra seguridad, no tendrá consecuencias. Vendré tarde, reunión de El Reloj.  Te quiero. Mamá"
Abrí el cajón. No podía ser que hubiera lo que suponía que iba a ver.
Estaba repleto de bolsas, bolsas como con gas.
Y supe inmediatamente lo que eran.
Vidas.
Cerré el cajón fuertemente.
No probaría eso, aunque me costará la muerte. No lo haría.
-Qué estas haciendo niño.  Cogelas. Bebe.
Salté,  asustado ante esa voz.
-¿Quién eres?
-Pronto me conocerás. Y sabrás lo que es poder. Pero bebé.
-No.
-Bebe, bebe niño estupido. 

-No pienso beber, me dan igual las consecuencias.

La voz se rió. Mi instito me dijo que luchara. No, me dije, no, lo que tienes que hacer es correr estupido.

-¿Estás seguro de que no te importan las consecuencias? ¿No crees que si de verdad alguien quiere obligarte a algo lo tiene muy fácil. Demasiado fácil.

-No soy tan débil, podre soportarlo.

-¿Soportar que Sam? ¿Soportarás perderla?

Norya. Mierda, debí suponerlo.

-No te acerques a ella grandisimo hijo de...

-Controla esa lengua niño. ¿Qué harás si me acercó a ella, eh? Con ese cuerpo no eres rival para mi, lo único que puedes hacer para vencerme es beber de esas bolsas. O mejor, beber de las personas cuando aún están vivas.

-No-Dije enfurecido- Ella sabe defenderse sola, tiene una manada de lobos protegiendola, no me necesita.

Él volvió a reír.

-Tienes razón. Pero digamos que ahora mismo tanto ella como su lobo guardaespaldas están demasiado entretenidos como para darse cuenta de que en el patio de la casa de Norya esta mi más fiel seguidor esperando mi orden para ejecutarla. Una sola palabra mía y ella estará muerta. Solo tu puedes evitarlo liaki estúpido. Bebe de esa bolsa y nadie la tocara un pelo.

Apreté los dientes furioso. 

-¿Cómo sé que no me estas mitiendo?

-No te queda ninguna otra opción. O bebes o muere. Y se me está agotando la paciencia.

No había ninguna otra solución. No podía dejar que a Norya la pasase nada, a pesar de sus desplantes, de que ella ya no me quería. Si lo hiciera sería todo aquello que estaba intentando evitar.

Abrí el congelador y saque una bolsa. La raje con los colmillos, que se habian afilado al olerla. 
Jamás me pensé que esto tuviera olor
> pensé, y empecé a beber. Al principio me resulto asqueroso. Era viscoso y frio, y mi cuerpo se lleno de dolor y miedo. Luego empezo a calentarse y el liquido era más ligero, no pude evitar que un recuerdo de Norya de pequeña con el pelo recogido en dos trenzas diciendome que siempre seria su mejor amigo invadiera mi mente. Trague fuerte. Otras sensaciones atravesaron mi cuerpo mientras bebía. Estaba engulliendo todas las viviencias de una persona.

Me acabe la bolsa con una arcada sabiendo lo que eso significaba. La muerte de la persona que me habia proporcionado esto. 

Tire los restos lejos de mi, muerto del asco. 

Él volvió a reir.

-Totalmente repugnante. Enhorabuena niño. Acabas de salvar la vida que probablemente destroce muchas otras. Y por cierto, jamás te corresponderá. Estás condenado a la soledad. Deberías largarte de ese club de infelices que piensan que entrenando a cuatro mocosos que pasan más el tiempo decidiendo quien es el chico correcto con el que salir que pensando como salvar el mundo, podran arreglar algo.Largate ahora liaki, antes de que te echen ellos a patadas- Oí el sonido de las llaves de mi madre intentando abrir la puerta- Nos volveremos a ver liaki.

Mi madre entró por fin en casa.

-¿Sam?

-Mamá-Dije con la voz cortada- En la cocina.

Sentía la sangre arder, me dolía la cabeza, la presión en mi garganta había desaparecido para ser sustituida por una horrible quemazon. No tenía fuerzas, no podia levantarme.

Quería más.

-¡Sam!-Dijo mirandome alarmada, al menos supongo que estaba alarmada, veía todo borroso- ¡Te has sobrepasado! Se supone que la primera vez ni si quiera se llega a los primeros años adultos ¿Hasta dónde has bebido?

La mire confuso.

-Hasta la muerte.

Ella soltó aire fuertemente.

-Maldita sea, esto no se suponía que fuera así- Mi madre me incorporó- ¿Por qué lo hiciste?

-La quería matar.

Ella asintió como si comprendiera.

-Llamaré a su padre, siendo brujo se supone que debería saber solucionar esto.

-No querrá ayudarme- Una gran somnolencia se estaba apoderando de mi.

-Oh, lo hará-Dio furiosa- Ten por seguro que lo hará. Acabas de salvarle la vida, de nuevo, a su incompetente hijita. Tiene que hacerlo.

No pude protestar para que no insultara a Norya. Ya estaba dormido.

Cuando caiga la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora