Capítulo 2.

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El chico misterioso por fin tenía cara, y nombre. Su nombre, ya le conoceréis, es Sergio Pérez... Estoy un poco cansada de las muestras de amor de ese chico.

- ¿Sergio? Sabes que no quiero nada contigo ni he querido nada durante estos años.

- Bueno, pero esperaba que me dieras una oportunidad... Veo que no.

- No es eso. Verás... Eres guapo, tienes un buen físico... Pero no me gustas, sin embargo, a Laura sí que le gustas.

Desvelé el secreto de Laura... Aunque tarde o temprano debía saberlo. Igual duda sobre Laura, es guapa, es lista, lo tiene todo. Quizás puedan acabar juntos, quién sabe.

- ¿Laura? ¿La misma Laura con la que hago el trabajo? Por cierto, dile que mi parte... Pues... Está a medias...

- Sí, esa misma Laura. Y por favor, haz tu parte del trabajo, esta muy agobiada con todo eso.

- ¡Waw! No sospechaba nada de Laura... No está mal, tiene un buen culo y...

- Para el carro. Si la vas a querer para una noche mejor que no la quieras.

- No, no. Si es muy guapa... Y muy maja... Cuando estoy con ella siento... Que todo va bien... Espera... No estoy enamorado de ti. Me he estado engañando, lo estoy de Laura...

- ¡Así me gusta! Ella siente lo mismo, exactamente lo mismo y más. A si que, por favor, si vais a salir juntos, no le hagas ningún daño. Ella es muy sensible.

- No te preocupes. Cuando vaya a su casa esta tarde a hacer el trabajo... Hablaré con ella de todo esto.

- Vale. Bueno, adiós.

- Adiós, y muchas gracias.

Me vestí para bajar, y al fin y al cabo estuvimos 10 minutos. Aproveché para irme a visitar a Sonia.

Sonia es una de mis mejores amigas, pero la primera es Laura. Ella es alta, rubia y de ojos azules. Viste de manera muy informal, y si algún chico se acerca a ella, lo espanta. Está saliendo con Diego, es imposible que puedas acercarte a ella para ligotear.

Cogí el metro para poder ir a su casa, estaba un poco lejos, de modo que a pie era imposible ir. Me monté en la línea 3 y llegué en 15 minutos.

Su portal era el 32. Llamé al 4°E y me contestó una mujer con voz un poco ronca.

- ¿Sí? ¿Quién es?

- Montse, soy Sara, ¿está Sonia en casa?

- ¡Sara, bonita! Sí, sí está en casa. Sube sube, ahora le aviso.

- ¡Vale! Muchas gracias, ahora subo.

Subí por las escaleras, no me apetecía esperar al ascensor, que estaba en el séptimo. Al llegar, toqué el timbre y salió Montse a recibirme.

- ¡Hola Sara! Pasa, pasa. Sonia está en su habitación, como siempre... Ya la conoces...

- ¡Vale! Ahora voy, no se preocupe, ya sabe que necesita sus momentos de estar sola.

- Ay esta hija mía...

Ese pasillo era infinito, pero ya me lo conocía de otras veces que había venido. Entré en la habitación de Sonia y...

- ¡Sari! ¡Cómo me alegro de que hayas venido!

Diciendo esto se sobresaltó y me dio un abrazo con el cual casi me ahoga.

- ¡Tranquila Sonia! Que me ahogas...- dije entre risas.

- Lo siento- dijo riendo- ya sabes como soy, muy pero que muy alegre.

Roma, al revés la misma ruina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora