Golondrina

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¿Recuerdas la vez cuando nos conocimos?

Ella sonrió mirando hacia las nubes. Quizá recordando, o quizá solo mirando sin pensar en nada.

— ¿Recuerdas lo estúpido que me veía al tratar de hablarte? —

— No – le miraba con serenidad — nunca te mire así, al contrario, siempre pensé que eras un chico noble y de buen corazón —

Genya solo río avergonzado, cualquier cosa que le dijera esa chica, convertía a sus mejillas en dos tomates rojo intenso.

— Incluso ahora... incluso después de este corto tiempo estando juntos, aun no puedo mirarte a los ojos sin sentirme apenado o sin sentir que la temperatura en mi rostro sube constantemente... —

— Es porque eres un chico bastante noble, Genya — le rozaba apenas una de las mejillas del pelinegro

Ambos chicos se encontraban en un pequeño parque lejos del centro del distrito. Ambos se mantenían sentados recargados en contra de un gran árbol, la tarde mantenía su frescura veraniega; hoy la recompensa serian unas cuantas horas de sol, solo un poco, solo y nada más para calentar a los húmedos tejados. Eso era buena señal, pues el chico de cabellos azabaches tendría la oportunidad de llevar a su chica hacia un lugar tranquilo y lindo, teniendo así una buena oportunidad para hablar sobre temas importantes y un tanto difíciles, al menos para él.

— ­ ¿Por qué yo? — preguntaba él, repentinamente

La chica suspiró y después de unos cuantos segundos ella simplemente señalo hacia arriba.

— ¿Ves aquel gorrión en el cielo? — Genya buscó lo que ella señalaba — ¿Te das cuenta de esa voluntad? Te das cuenta que, a pesar de que el infame viento lo arrastra, ¿aun así él no cede? — Genya miró confundido, pero atento, su chica había cambiado al decirle aquello — ¿te das cuenta de que continua insistente? Esforzándose aunque le cueste volar, esforzándose a pesar de ser solo un pequeño gorrión que lucha contra una fuerza invisible mucho más inmensa que él, y a pesar de eso, el pequeño lo afronta aleteando sin rendirse. Un gorrión, un valiente gorrión que nunca se rendirá a pesar de que el viento y la vida pareciera están en su contra. Ese eres tú, Genya, esa es la razón. —

Una reacción desconocida hizo que doliera su pecho, un dolor satisfactorio y cálido en su corazón. Eso había sido suficiente, eso había sido lo más sincero que alguien le había dedicado solo a él. Pues siendo sincero con el mismo, ella había sido su primera relación amorosa, él era un total inexperto en ese momento; pues, en su cabeza resonaban muchas situaciones: "hacer o no hacer" "sentirlo o no".

Pero... si, sin duda había un "pero", pues en su historial de vida, ese tipo de situaciones no duraban para siempre.

— ¿Por qué me miras así? — preguntaba curiosa

— Eres hermosa... — respondía bajando la mirada con vergüenza

— Si eso piensa Genya, es suficiente para mí — sonreía con agradecimiento

>>Esa sonrisa... ¿lo recuerdas? Era igual a la de aquella tarde, cuando me permití ser un engreído con mi hermano.<<

— ¿Sabes algo? — preguntaba aun con la cabeza en dirección al suelo

La brisa llegó repentinamente y golpeó al cabello de ambos, golpeó helada y veraz. Los últimos rayos de sol calentaban tibiamente a sus rostros, provocando arrugas en los mismos para evitar el brillo y luz del astro.

Me enamoré de tu coraje (Sanemi y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora