La avidez de tenerla ⊱

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"Solo por espinas, espinas de delicioso dolor desechó a la flor "

Sanemi dejó inmediatamente la clínica después de comprobar que estaba equivocado; lo hizo saliendo y dando una leve reverencia a la enfermera antes de salir por completo de las puertas principales.

Sanemi ahora se sentía como un idiota, pensando que había sido en vano todo ese viacrucis de nerviosismo e intriga que le había quitado casi todo lo que sobraba de la tarde.

Ahora el cielo era una pantalla oscura que dejaba escurrir de entre sus nubes negras, la lluvia nocturna que comenzaba a opacar y a atraer la noche consigo.

Sanemi aprovechó que estaba cerca, y decidió visitar aquel lugar en donde inicialmente tenía pensado ir; en donde su plan habría sido rápido y sencillo si no hubiese tenido que ir hacia la clínica en vano, él pensaba por fin entregar aquella ofrenda que habría comprado anteriormente para luego volver a los rondines nocturnos en el distrito.

Y aunque no fue como él lo había planeado, aún podía terminar el día visitando a su familia.

Llegó al final del pueblo, ahí en esa zona fantasma la cual solo era visitada por animales callejeros; estando ahí, una leve luz que provenía desde una de las pocas viviendas que quedaban cerca, iluminaba casi nada a su antigua casa.

Él entró lentamente por el jardín descuidado y lleno de maleza, y así cuando lo hizo, inmediatamente un montón de maullidos comenzaron a inundar el lugar. Así era, nuevamente los gatos que ahora ocupaban su antes casa abandonada, habían salido de sus escondites. Sanemi pensó en esquivarlos para luego darles algo de comer, más aún, estos no se dirigían precisamente al cazador, más bien, ellos lo habían pasado de largo, ignorándolo por completo.

Sanemi que no sabía por qué lo habían hecho, así que inmediatamente volteó hacia atrás, y cuando lo hizo, su mirada se había encontrado con alguien más.

— Buenas noches Sanemi San... — sonreía apenas y ese rostro iluminado tenuemente

Sanemi se había sorprendido un poco, pues nunca pensó encontrarse con ella ahí y en esas circunstancias.

— No sabía que estarías aquí a estas horas, lamento mucho haber venido sin preguntar... — se disculpó.

Pero Sanemi que no supo qué decir; simplemente miró hacia otro lugar.

— Recordé la fecha y vine a dejar unos regalos... Espero y no te moleste que haga eso — mencionaba mostrándole la bolsa de tela que cargaba con un contenido incierto

— ¿Cómo lo supiste? — preguntó con su característico tono de voz

— Genya me lo comentó alguna vez... Espero me perdones por entrometerme... —

— Está bien, yo también venía por la misma razón... —

Sanemi que desvío nuevamente la mirada, se alejó de ella y decidió adelantarse hacia donde él había construido aquel altar de piedra en donde recordaba con pertenecías, a su familia.

Sacó de la bolsa lo que había comprado y comenzó a acomodar los regalos en forma de ofrenda y en recuerdo a su familia. La lluvia que continuaba, ahora empapaba levemente los objetos que se encontraban sobre el altar.

Y así, nada después de eso ocurrió, simplemente miró en silencio aquel altar. Él no era precisamente un hombre el cual supiera rezar.

Unos segundos después ella había llegado a la espalda del cazador, juntó ambas manos e hizo una reverencia en forma de saludo.

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⏰ Última actualización: Oct 03, 2022 ⏰

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Me enamoré de tu coraje (Sanemi y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora