La fragilidad de las palabras

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Hasta que de la nada escuche decir a alguien mi nombre, era la misma chica de siempre, ahí estaba una vez más

¿Cuantas veces no la he ignorado?

Llamaba insistentemente mi nombre, y a pesar de la lluvia ella seguía ahí...


- ¿Deseas algo? -

Sanemi siempre fue mal hablado e indiferente, y esta vez no sería la excepción.

-Sanemi ¿por qué estás aquí afuera? Todos te estábamos buscando, ya servimos un plato para ti- llamaba aquella mujer con un tono gentil y dulce.

La mujer sonaba entusiasmada, aunque también era claro que ocultaba su constante timidez con ese entusiasmo, todo por el solo hecho de ver al hombre de rostro enfadado.


- Agradezco tu invitación, pero no tengo tiempo para celebraciones así - respondía mientras miraba a otro lugar

A la chica no le sorprendía la frialdad y malcriadez del peliplata, pero sí que se desilusionaba cada que la rechazaba.


- Anda Sanemi, deberías salir un poco de tu caparazón, todos te estamos esperando y hasta prepararon un platillo especial para ti-


Que mujer tan atrevida, ni siquiera somos conocidos y hasta ya me llama por mi primer nombre.


A pesar de la mirada frívola de Sanemi, la chica era bastante insistente y pareciera que después de las múltiples decepciones que él le provocaba, ella siempre se daba ánimos por si sola y regresaba con la misma sonrisa amena y nerviosa, solo para él.

- Makomo... -

- Soy Makita – corregía sonriendo

- Ah Makita san, en verdad que no tengo ganas de estar con aglomeraciones, así que prefiero quedarme aquí - respondía con frivolidad a su máxima expresión


La chica solo asintió y volvió decepcionada a la posada. Pero no se rendiría, pues pasado el tiempo, volvió con una bolsa de tela y dentro recipientes con comida para Sanemi.

Vaya que era insistente, aunque si la volviera a rechazar sería problemático para la reputación del título de cazadores

- Gracias.

Realmente no tenía apetito en ese momento, pero de cualquier modo tenía que aceptarlo. Y aún con la llovizna presente, nos acomodamos debajo del techo del local desafortunado.


- ¿Puedo acompañarte Sanemi? –

Sanemi solo asentía en silencio, realmente Makita la chica "dócil" del distrito, era muy insistente. Sanemi le dio el primer bocado a las bolas de arroz que la chica había llevado. Él solo seguía comiendo en silencio, mientras Makita se debatía en su mente si debía proponerle "eso" que tanto se había guardado un tiempo atrás.

Hasta que después de unos largos minutos en silencio, ella lo decidió:

- Sa-Sanemi... Quería preguntarte algo - balbuceaba con nerviosismo

La chica se mantenía cabizbaja, no quería que él notara sus mejillas coloreadas de rojo intenso.

- ¿Si? - Respondía con un tono seco y una mirada fija al frente

Me enamoré de tu coraje (Sanemi y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora