Capítulo 8

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Cuando terminamos de recoger unos cuantos palos para encender la hoguera, aviso a Aitana por si quiere ir a por el cuaderno que está en la guantera del coche junto con un boli. Sé de sobra que va a ir de cotilla, así que tengo por hecho que en cuanto vea la cantidad de cosas que hay allí, me va a tachar de desordenado y real que no tengo tiempo para ordenar el coche, ni siquiera para limpiarlo.

Mientras Aitana comprueba que la libreta está allí yo voy afinando la guitarra y probando acordes sueltos mientras la miro. Tarda un par de minutos en encontrarla y la alza como si fuera un trofeo. ¡Bingo! Estaba también el boli con el cuaderno. Viene corriendo y se sienta de forma brusca a mi lado.

-Lista para aprender del profesional. -Sonríe mirándome como si fuera una niña pequeña.

-Esa es la actitud. -Río. -¿Sobre qué quieres escribir?

-Pues no lo sé Luís...

-A ver, primera lección básica: has de entender cómo te encuentras en el momento en el que te sientas para componer.

-Pues en este momento estoy feliz. Dolida de haber dejado a una pareja que quería, pero contenta de reencontrarme con una amistad como las que ya prácticamente no existen. Vamos lo que llevo diciéndote todo este momento.

-¿Sabes sobre qué escribiría yo?

-¿Sobre qué? -Me mira fijamente.

-Yo escribiría desde el vacío y el desgaste que provoca amar a la persona equivocada, como si fuera un grito de guerra esperanzador para encontrar a la persona correcta en un mar de errores en el que te envuelves. Supongo que es algo así por lo que estás pasando, porque yo también lo he pasado y mil personas en este momento seguro que lo están viviendo. -Le sonrío. Ella me mira atónita.

-Has dado en el clavo. Te lo juro, es como si me leyeras la mente. Eres un prodigio, Luís...

-Bueno... Es de tanto entrenarme. -Río. -¿Has anotado esa idea?

-Como un esquemita. Mira. -Se me pega un poco más y me enseña cómo ha tomado notas. Me gusta su forma de mantener todas las cosas ordenadas.

-Vale, ahora hay que describir con palabras lo que está resumido en el tema sobre el que va a ir la canción. Y luego le damos un toque de originalidad para que no parezca una canción con un tema común: el amor y el desamor.

Y así empezamos a hacer la canción. Entre risas, porque la capacidad de Aitana para ponerse seria no es muy grande. No es que sea poco profesional, sino que se lo toma todo con un humor con el que es complicado trabajar, porque le sigo el rollo demasiado rápido. Una hora y media es suficiente para dejar un comienzo para la historia que queremos contar. Una estrofa y media con acordes. Hora y media suficientes para darnos cuenta de que a pesar de todo, podemos ser nosotros mismos.

Dejamos la guitarra en la funda junto al cuaderno y al boli y meto todo en mi tienda de campaña.

-Dime por favor que has traído comida. -Me dice Aitana cuando me doy la vuelta.

-Mira en las bolsas. TIene que haber. -¿Quieres que encienda la hoguera o estás bien?

-De momento estoy bien, gracias. -Me sonríe.

-Voy a dar una vuelta para despejarme y fumar un poco. Mas que nada por la necesidad que tienen mis piernas de ser estiradas. -Río. -Te dejo a Lilo.

-Vale, tranqui. Una cosa antes de que te vayas por ahí, ¿hay tortilla? -Comienzo a reírme cuando me lo pregunta.

-En la bolsa grande, pero se habrá quedado fría.

-Bueno, se come igual. -Ríe.

-No tardo en venir, ¿vale? Mientras tanto aprovecha. -Río.

ME DA IGUAL (AITEDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora