Capítulo 44

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"Eso que tú me das es mucho más de lo que pido. Todo lo que me das es lo que ahora necesito.

Eso que tú me das no creo lo tenga merecido. Todo lo que me das, te estaré siempre agradecido.

Así que gracias por estar, por tu amistad y tu compañía. Eres lo mejor que me ha dado la vida.

Por todo lo que recibí, estar aquí vale la pena.
Gracias a ti seguí remando contra la marea.

Con todo lo que recibí, ahora sé que no estoy solo.

Ahora te tengo a ti"

Estas son las palabras que encierro en la carta que le dejo a Aitana justo en la mesilla.

Hoy es el día de la madre, sí, para muchos un día en el que dejar claro a las mujeres que son unas superheroínas pase el tiempo que pase, para mí es un día normal. Un día como otros en los que le dejo claro a la mujer de mi vida que es un regalo para nosotros cuatro. Sí, cuatro, hace unos meses que hemos recibido otra noticia de las buenas, pues seremos padres por segunda vez, bueno, o como tercera, depende de por dónde lo queráis mirar. Tampoco pasa nada por discutirlo.

Me voy a la cocina donde me encuentro a dos torbellinos armados entre todo lo que pillan, porque se nos ocurrió levantarnos bien temprano para darle una sorpresa en forma de desayuno a nuestra mujerzuela.

-Papi, ¿los huevos a la sartén o a la olla? -Me pregunta Luisito cogiendo el huevo de la huevera.

-Los tuyos, es mejor que los dejes donde están. -Me río.

-¿Los míos? ¿Estos? -Señala los de la huevera.

-Déjalo hijo, eres demasiado pequeño. -Sigo riendo.

(...)

Después de unos minutos entre risas y medio peleas con juergas (porque recordemos que estos niños son muy hijos míos...), terminamos con el desayuno y se nos ocurre despertar a Aitana. Bueno, se les ocurre. Según abro la puerta, Luci y Luisito se tiran encima de la cama y empiezan a atoxigar a su madre. Tanto que por un momento mi cabeza ve a Aitana de parto provocado.

-Ay diosito, ¡pero qué pesadillas! -Ríe mientras es besuqueada por ambos.

-¡Feliz día, mami! -Gritan los dos sin callarse un minuto.

-Luis, cariño, por favor, quítamelos de encima. Gracias. -Ríe.

-Me pillas con las manos un poco ocupadas. -Sonrío en circunstancias (😬).

-Uy... ¿Todo eso es para mí?

-Todo todito. -Sonrío.

-¿El camarero también?

-De eso se trata. -Río.

-Pues empieza bien el día, sí. -Sonríe.

Me acerco con el desayuno y se lo dejo en la mesilla dándole la carta. Los niños se sientan por fin en la cama y me dejan un sitio al lado de Aitana. Ahí, los tres, sin nadie más en nuestro sitio preferido de casa. Nuestro búnker.

-Luis... ¿Esto que es? -Me mira.

-No sé... Estaba ahí en la mesilla, simplemente lo vi y pues...

-Ya... Apareció de la nada... -Ríe.

-Y tanto. -Sonrío. -Se habrá colado el hada madre por alguna ventana.

-¿Hay una hada madre? -Luci me mira de golpe.

-¡Claro! Si no, ¿de dónde crees que vienen las hadas? -Río y le guiño un ojo.

ME DA IGUAL (AITEDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora