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Día 21.

Bajo las escaleras y camino directamente al comedor, me siento a lado de Camila y me estremezco cuando mi trasero toca la silla, ¡oh Dios! Voy a necesitar de un buen descanso después de anoche, ni siquiera pude estar de pie en la ducha sin ayuda y estoy segura de que me desmaye en algún momento.

_Diría buenos días, pero no lo parecen para ti.

Sí, yo tampoco diría que es un buen día para mí, probablemente después del almuerzo tome una siesta todo el día.

No tengo nada que decir de anoche, es más que obvio para mí (y para la señora de limpieza que tuvo que lavar mi sabana) que fue una noche movida, Alejandro tuvo que irse cerca de las cinco de la mañana y no creo de haberle dado siquiera una despedida adecuada más que un "mjm" seguido de un beso.

_Te ves algo muy desvelada.

_Sí, creo que estoy a punto de tener mi periodo y realmente no pude dormir anoche.

Cami ve alrededor del comedor y cuando se da cuenta de que no hay nadie más que nosotras se ríe y se pega todo lo posible a mí.

_Creo que ser mejores amigas significa que puedes confiar en todo conmigo.

_Lo hago.

_Si, por supuesto, bueno, eso no importa, el punto aquí es que ni siquiera podías sentarte hace unos minutos, ningún periodo te hace eso.

Tomo un trago de mi taza de café y volteo a otro lado, esta tiene que ser la conversación más incómoda que vaya a tener con ella, es decir, contarle a tu mejor amiga que tienes sexo es una cosa, contarle a tu mejor amiga que tienes sexo con el hermano de su padre es mucho más que incómodo.

_Bueno, me alegro de que hayan arreglado sus problemas, señora Hernández.

La veo escandalizada y ella se ríe levantándose de su silla para dar saltitos alrededor de la cocina haciéndome reír.

_Temía que quisieras regresar a casa y me dejaras cuarenta y un días con los aburridos de mis padres.

No soy esa clase de chica, es decir, obviamente sería muy incómodo estar en la casa del hombre que me tiene hasta las trancas y no poder acercarme a él por estar enojada, bueno, realmente con lo que paso anoche no sé en qué términos estamos, pero de lo que si estoy segura es que distanciados y molestos no.

Una de las chicas encargadas de la casa nos sirve el almuerzo y nos deja solas de nuevo con una Camila entrometida queriendo saber más de lo que paso, es obvio que ella este emocionada porque cree que es la primera vez que su tío y yo nos acercamos de esa forma, pero tampoco voy a sacarla de su equivocación porque no quiero que se moleste por no habérselo contado.

Cuando terminamos de almorzar subimos a mi habitación y suspiro de alivio cuando me acuesto, mi espalda me está matando y estoy segura de que con un buen descanso estaré como nueva.

_Auch, eso se ve como una muy buena noche, niña, con razón te levantaste tan tarde, estabas jugando a esconder el submarino de forma extrema.

Le lanzo un cojín y ella se ríe para dejarse caer en la cama, pero se levanta de un salto haciendo un ruido de asco.

_¡No no no no!¡Como se me pudo olvidar! Sus traseros desnudos estuvieron aquí.

_No solo nuestros traseros, Camila, pero por favor, supéralo, las sabanas son nuevas, puedes acostarte sin pensar en lo que hay debajo.

Ella abre los ojos escandalizada pero como se acuesta a mi lado cubriéndonos con las mantas.

_No sé qué es lo que este o vaya a pasar entre ustedes, pero espero de corazón que funcione.

_A demás serias mi sobrina.

_Que no se te suba.

Jamás.


62 días para enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora