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Después de unos minutos pensando me levanto del sillón de la habitación y salgo hacia la habitación de Alejandro entrando sin tocar y cierro la puerta detrás de mí para luego ver la habitación buscando a Alex y gruño por dentro cuando lo veo en el balcón sin camiseta fumando un cigarrillo, sin duda un habito que odio.

Camino hacia él y me detengo a su lado poniendo mis manos en el barandal viendo hacia el tranquilo jardín en completo silencio, Alex me ve por unos segundos y luego apaga su cigarrillo viéndome fijamente.

_No sabía que era tan malo para ti que te amara.

_Alejandro, solo no creo que me ames, probablemente sientes cariño, pero... a penas nos conocemos.

_Y yo repito, no te estoy pidiendo que me digas que me amas o que vamos a casarnos, ni siquiera yo sé que es lo que va a pasar más adelante, pero no sé si tú... cuando te dije que dejaría que rompieras mi corazón no esperaba que lo hicieras tan pronto.

Él camina al interior de su habitación y yo solo lo veo desde donde estoy abrazándome cuando una corriente de aire me estremece, ni siquiera muy bien que es lo que tengo que decir para que esto se solucione.

_Lamento haberme portado así.

_Estas perdonada, pero eso no hace que desaparezca el problema, así que trae tu trasero a mi cama y vamos a hablar.

Hago lo que me pide y me siento enfrente de él asegurándome de que la baya no se haya abierto y que no esté mostrando demás.

_¿Acaso no te hace feliz que te quiera?

_¡Sí lo soy!

_¿Entonces? No me culpes si no puedo entender el problema aquí, dulzura.

_A penas tenemos un mes que nos conocemos y cuando se terminen las vacaciones me iré de aquí a vivir mi vida como siempre lo he hecho ¡No quiero que esto se termine!

_Y no lo hará, nunca he dicho que cuando te vayas voy a desaparecer de tu vida, tenemos que coordinar ciertas cosas y puedo traerte los fines de semanas para pasarlos juntos... ya había dicho que no estaba usándote, niña, me tienes completamente loco, estoy cien por ciento para ti, te he dicho que te amo, no sé qué otro compromiso quieres, cásate conmigo si tanto te preocupas.

_¡No!

_Bien, entonces cierra el pico y ven a dormir con tu hombre.

Lo veo fijamente y el levanta sus brazos hacia mí y abre mi bata dejándome desnuda frente él, me rodea con sus brazos y me levanta hacia su regazo metiendo una de sus manos entre mis piernas sin ningún pudor, besa uno de mis pechos y luego me ve a los ojos sonriéndome con timidez.

_¿Segura de que no quieres ser mi esposa?

_Bien, dame el anillo.

_No tengo un anillo, Verónica.

_Y mi respuesta a ser tu esposa sigue siendo no.

_Eres muy injusta, ese fue el compromiso más corto del mundo.

Suelto una carcajada y grito cuando me lanza a la cama abriendo mis piernas y metiéndose entre ellas inclinándose sobre mi zona intima.

_Te dije que nada de sexo.

_Maña comprare un anillo, niña, merezco tener algo de tu coño.

No estamos casándonos, pero no debo olvidar que probablemente sigue ebrio así que simplemente voy a seguirle la corriente, sus grandes manos se deslizan por mi torso y sonrío cuando juegan con mis pezones.

_Casémonos.

62 días para enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora