Parte 5

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El llamado de la manada. Pudieron haber pasado muchos años desde que dejo de ser parte de ellos, pero aun reconocía los llamados y aquel no era un llamado cualquiera, sino que era un llamado de advertencia, los lobos cazaban a su presa. En el momento que se giró para ver a Uriel este ya había desaparecido, y si era lo que estaba pensando, no solo Uriel seria perseguido, sino que él tendría que dar muchas explicaciones al por que estaba "vivo"

Lo mejor que podría hacer era regresar a la mansión y esperar a la noche siguiente, pero antes de poder siquiera ponerse en marcha giro tras de sí; nuevamente esa fuerte necesidad por seguir su camino antes de que aquel lobo le interrumpiera, el camino que estaba tomando lo llevaría en pocos minutos a la ciudad. El resto de los lobos tardaría en llegar y entre la multitud su olor sería difícil de captar, era una ventaja de que el tiempo cambiara.

Siguiendo el silencioso llamado y tras unos minutos de caminata sus pasos lo llevaron al Moondance, Aarón no parecía sorprendido más bien se sentía ansioso, lo que lo llamaba lo esperaba dentro de ese lugar y se podía dar cierta idea. No muy lejos de la entrada principal, Uriel le miraba fijamente, al parecer él también había captado el aroma de la mate, pero esta vez, no se dejaría ganar tan fácilmente.

La música esa noche era mucho más movida, no importaba la canción o el ritmo la idea era que las personas bailaran ya sea con sus parejas o solos, y eso era lo que cierta azabache hacía en ese momento. Entre la multitud una chica como ella podía pasar desapercibida o no de algunas miradas y lejos de importarle solo era ella y su cuerpo moviéndose al son de la música como si nada más existiera a su alrededor.

Un par de manos se posaron tras de ella en su cintura sintiendo un escalofrió recorrer todo su cuerpo, el latir de su corazón se aceleró sin poder evitarlo, no sentía peligro o algo similar que causara ese efecto, cerrando los ojos se giró lentamente hasta quedar frente a esa persona que no le quitaba las manos de encima, al abrirlos sus orbes zafiro se toparon con unos dorados los cuales provocaron que le sonido se perdiera en esos momentos creando una atmosfera incierta en los dos.

-Aarón.

El nombre salió por sus labios de manera automática sin que lo pensara, esos orbes dorados penetrantes eran idénticos a los del lobo en su sueño, también era el mismo hombre que le hacia el amor en el bosque de su sueño, no entendía y tampoco quería entenderlo en esos momentos, sus manos se estiraron hasta tocar su mejilla, su piel era fría y cálida al mismo tiempo, no podía describirlo exactamente, Aarón coloco su mano sobre la de ella, pequeña y frágil, y aquel embriagante aroma a jazmines tal y como aun podía recordarlo.

La alarma contra incendios los sacos abruptamente rompiendo su atmosfera perfecta junto a la activación de los aspersores contra incendios, todos los que estaban dentro del establecimiento comenzaron a precipitarse contra las salidas, empujándose para abrir paso y salir lo antes posible, Aarón apretó a Lira contra su cuerpo olfateando en el aire, si, capto el olor del humo pero no de algún incendio, las personas seguían empujándolo o golpeándolo para que se quitara de en medio y poder salir, Lira por su parte había salido de su trance y aunque se preguntaba quién era ese sujeto que la sostenía no le nacía el instinto de querer alejarse y salir de inmediato aunque le agua que les caía arruinara su ropa y su maquillaje.

-D-disculpe...- le Llamo, Aarón también parecía haber salido de su trance fijándose en aquella pequeña humana a la cual se aferraba.

-Lo siento, yo... deja que te ayude a salir. - sin entender mucho de sus acciones lograron salir de entre la multitud que aún se amontonaba en las salidas le fue fácil el abrirse camino y salir directo al callejón. - ¿Estas bien? – le pregunto, Lira apena y asintió.

ReencarnaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora