Siglo XIX

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Siglo XIX, bajo las escaleras de la enorme mansión de mis padres preocupada de no pisarme el bajo de mi larga falda, mis padres me esperan en el gran salón sentados.

-hija, debemos decirte una cosa, como sabes eres la única heredera de la empresa familiar. Pero para poder tenerla debes casarte con un empresario, por ello te hemos concertado una boda con el hijo primogénito de unos socios.

Os puede sonar mejor o peor, pero al final es mi destino.

Salvo que no lo es, no estamos en el siglo XIX sino en el XXI, en Nueva York, los matrimonios de conveniencia hoy en día son muy pocos y las mujeres no tenemos que casarnos para llegar a ser alguien.

No obstante, la situación que he vivido es parecida. Mis ojos viajan entre mi madre y mi padre, horrorizada ante sus palabras.
-estáis locos si pensáis que me voy a casar con un hombre al que no conozco sólo para heredar la empresa. Y menos sin haber acabado el instituto. A la mierda la empresa y a la mierda el destino, no pienso hacerlo.

Mi padre suspira exasperado, les he salido rebelde. Para ellos hubiera sido más fácil que fuera una sumisa o que fuese feliz siendo rica, pero la realidad es otra. No me gusta decir quiénes son mis padres, y menos ser una pija que no se sabe ni atar los cordones sola. Nunca he usado el dinero de mis padres a no ser que fuera necesario, y su idea de familia me pone enferma.

Mi madre toma la palabra con tono tranquilizador.
-cariño, no es el fin del mundo. Para empezar podrás terminar el instituto, nadie ha dicho que no puedas. Y piensa que te estamos ahorrando la búsqueda de un marido por ti misma, te vamos a encontrar el mejor.

Alucino con la mentalidad atrasada de mi madre. Mi madre es el mayor ejemplo de mujer florero que conozco. Se casó con mi padre porque lo cazó al vuelo, al menos no por conveniencia, pero tampoco le hubiera importado. Mi padre no le ha sido fiel nunca, y aunque lo sabe no hace nada para evitarlo. Siempre ha estado en un segundo plano, no ha trabajado en su vida, sólo se ha preocupado de permanecer guapa y complacer a mi padre, que es un hombre complicado.

-quién ha dicho que quiera un marido? Igual quiero una mujer, o permanecer soltera de flor en flor.

Mi madre abre los ojos como platos. Todo eso le parece una barbaridad y yo lo sé. Soy 100% heterosexual pero no me importaría la segunda opción, no quiero reglas ni atarme a nadie, y menos si no lo siento.

Mi padre se levanta furioso.
-ya está bien Verónica! No le des estos disgustos a tu madre! El día del baile de primavera cenaremos con la familia de tu prometido, y te vas a comportar.

-No, no le doy disgustos, que para eso ya estás tú.

El baile de primavera es en dos semanas, y me da igual, no pensaba ir. Pero la opción de la cena me repugna.

Salgo de casa furiosa y cojo el coche dispuesta a fundirme la gasolina y luego llamar al servicio de grúas más caro de la ciudad, pero mañana tengo examen, no puedo tirarme toda la tarde fuera. Conduzco rápido por la calles y me aseguro de cometer alguna infracción para que mis padres tengan que pagar la multa y luego aparco en la biblioteca, tengo que estudiar.

En cuanto entro voy a mi sitio de siempre, donde me espera Max, mi mejor amigo. Me acerco por detrás y le soplo en una oreja, lo que hace que pegue un brinco y me mire sorprendido. Me río con ganas.

- Ronnie, qué haces aquí?

-estudiar, mañana sino va a aprobar biología el perro del vecino.

Me mira fijamente, y sé que nota que estoy cabreada.

- qué han hecho esta vez?

Mis padres son los innombrables, y él lo sabe y lo más importante, me entiende. Tiene una familia bastante parecida a la mía, sólo que él es el segundo, por lo que no tiene casi peso de seguir con el legado, para eso ya está su perfecto hermano mayor Ewan.  Ewan es un año más mayor que nosotros, y es todo lo que unos padres y una mujer desearía, aunque yo no. Reconozco que tuve un crush con él cuando era más pequeña, pero he crecido con esa persona, es como mi hermano mayor. 

-ahora no te lo puedo contar, es demasiado largo y de verdad que tengo que estudiar, lo que me falta ya es suspender.

Unión InevitableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora