Capítulo 1: El extraño en la librería

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Alelí

"—Antes de ser soldado o incluso antes de ser una bruja fui una muchacha con simples obligaciones. Aún así no me arrepiento de nada, ni cuando fui esclava ni cuando creímos perder las Luces Fantasmas... bueno, ustedes conocen las historias, pero si insisten comenzaré.

Conocí quién era cuando tenía diecinueve años.

Viví en un valle donde existía un único pueblo llamado "Refuge" que era de aproximadamente unos tres mil quinientos habitantes; bordeado por un paraje de árboles grandes de todos los verdes en verano, en primavera se mezclaban con las flores haciendo un hermoso collage, en otoño se producía como especies de nubes alrededor del pueblo de diferentes marrones, naranjas y amarillos y en invierno solo se podían ver las ramas vacías esperando a que volviera la primavera. A lo lejos estaban las montañas tan hermosas y fuertes. Había casas modernas, muy modernas y antiguas. Las calles eran muy divertidas y entretenidas porque en algunas abundaban los árboles como los cerezos, en otras las flores como las calas o colores y así a manera que florecían o pintaban eran llamadas como "Las Calas" o "Azul Marino". Un pueblo tranquilo a otro mundo de distancia. Literalmente.

Trabajé en la librería de Raúl Herrero, el hombre que me crió desde los cinco años—".

—Me va a matar, me va a matar, me va a matar... —murmuré lamentándome por llegar tarde, de nuevo, a la librería. Casi caí sobre la puerta de madera al entrar, la campana sonó estruendosamente.

—Ya llegué... ya llegué... —avisé extendiendo mis manos sobre la cabeza para calmarlo antes de que se enojara más. Raúl odiaba la impuntualidad.

Pero el lugar estaba vacío. Ni siquiera había clientes. Miré hacia la puerta, el cartel de cerrado estaba puesto, pero las persianas corridas.

—¿Raúl? —pregunté dejando mi bolso y mi campera sobre una silla. Miré los papeles sobre la mesada de madera, al lado de la computadora. Raúl siempre leía todos los domingos sin falta dos diarios, el de la provincia y el del pueblo, junto a ellos una libreta donde él anotaba cosas mientras leía. Miré la libreta por curiosidad ya que él nunca me dejaba leerla. Tenía letras ubicadas en columnas y flechas uniéndolas. Logré entender una frase.

"NOS ENCONTRARON"

Me aparté de la mesa inmediatamente. Mi cabeza comenzó a buscar una respuesta con sentido... "Quizás está haciendo un crucigrama... quizás está leyendo un libro y quiso anotar la frase... quizás..."pensé a velocidad luz. Comencé a ponerme nerviosa y lo busqué por todo el local.

—Raúl— llamé con voz tranquila, creí, casi inconscientemente, que si gritaba aquello que lo había encontrado se alertaría. Bajé tres escalones y giré. La librería era grande y al final de esta se encontraba una puerta al sótano, lugar que Raúl me tenía terminantemente prohibido entrar. Acerqué mi oído y escuché voces discutiendo. Me tapé la boca con mi mano "Ay, dios mío ¿qué está pasando?" pensé preocupada. Tomé el picaporte y asombrada vi como cedía la manija, poco a poco fui abriendo la puerta, dejé un poco de espacio para poder pasar y que la luz no me delatara. Me quedé a un costado de la escalera, tratando de oír la discusión.

El Portal (Saga Aeternum #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora