Capítulo 9: Primer día de entrenamiento

99 39 81
                                    

Cruz

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cruz

Aquella mañana del primer día de entrenamiento me levanté temprano. Sirio se estaba despertando mientras yo salía del baño.

Sirio era mi mejor amigo, mi compañero de cuarto en el castillo en esa época; y la única persona, hasta ese momento y aparte de Dracaína, que me sabía manejar. Lo conocí en prisión, hacía setenta años en ese momento, y desde entonces aprendimos a querernos y a cuidarnos, caso contrario ambos estaríamos los suficientemente desquiciados debido al encierro. Era más musculoso que yo pero también más tranquilo y tan solo un centímetro más alto, llevaba el cabello más corto que yo y, obviamente, menos despeinado, era azul noche con una franja rosada. Él odiaba esa franja.

—Esperá, todavía estoy soñando —dijo recostándose de nuevo, abrió los ojos y me miró. Rió a carcajadas— ¿¡Hace cuantas decadas que no te despertás temprano sin amenazarme con arrojarme una silla!? —se calmó un poco al levantarse.

—No entiendo tu asombro —dije seriamente, mirándome en el espejo para acomodarme la camisa.

— ¿Te acordás que hoy los recibirá Lira? ¿No?—

—Sí, Sir ¿y que tiene?—

— ¿Y del hecho que nos va a cubrir un hechizo de invisibilidad?—

—El punto de preguntarme lo que ya sé es...—murmuré cansado.

— ¿Para qué te estás arreglando tanto entonces? —preguntó curioso y divertido. Sonrió de apoco mientras me miraba entendiendo algo.

—La hija del Capitán...—murmuró negando con la cabeza mientras iba al baño.

—Sirio estás hablando incoherencias —

—No es ninguna incoherencia que te estés arreglando porque vas a ver a la hija del Capitán Moreno —

—Se llama Alelí, y no me arreglo por ella, es mi Protectus por amor a los dioses — Sirio salió del baño y me miró con la cabeza inclinada.

— ¿Te acordás del día cuando íbamos a ser transportados a aquel mundo? —

—Sí, ¿qué tiene? —contesté molesto.

—Ibas vestido con las mismas ropas harapientas y viejas de cuando te encarcelaron y te cito textualmente "para demostrar que aceptar ser de nuevo un soldado no quitaba que aún eras prisionero de los caprichos de la monarquía". Y ahora después de cinco años, para la Corte, y un año para nosotros te arreglás para el primer entrenamiento de niños que seguramente morirán apenas pisen el campo de batalla...—

Tragué grueso mientras evitaba esa horrible imagen de Alelí.

—Decime una cosa, mientras yo estaba en Buenos Aires ¿te peinaste seguido en un año entero?—preguntó cruzándose de brazos.

Apreté los labios y tomé mi chaqueta de la silla.

—Sos un dolor de cabeza a veces...—murmuré finalmente enojado mientras salía, supe que él estaba sonriendo satisfecho de tener la razón.

El Portal (Saga Aeternum #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora