Capítulo 20: Luces Fantasmas

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Alelí

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Alelí

Luego de cruzar el descontrolado río El Caudal llegamos al puerto de Aeternum donde nos esperaba nuestro barco.

No podía que creer que algo así me estaba ocurriendo a mí. Ese lugar era histórico y fantástico. No podía esperar para conocer a sus habitantes, según Serbal había tantos cuentos que ya ni se sabía cuál es su aspecto: unos decían que eran gigantes, otros que eran enanos, otros que eran personas carnívoras y otros que eran brujos recluidos que escapaban de la guerra.

¡Toda una verdadera aventura!

El barco era grande, más grande que el que yo haya visto antes, pero en aquel mundo viví cerca de las montañas así que en si nunca había visto uno en persona. Salí de mi camarote temprano, el primer día que zarpamos me dio miedo acercarme a la cubierta, pero ya a la tarde casi anocheciendo se me fue pasando la impresión y luego ya nadie me podía alejar de la barandilla para ver como los peces nos seguían de cerca. Y como todas las mañanas desde hacía cuatro días que navegábamos en el Océano Turbulento iba a la barandilla. Pero ese día al subir las escaleras me detuve en seco.

Serbal y Melia estaban hablando, él hablaba muy serio y triste, ella estaba sorprendida y confundida.

"Ay, dios, le está diciendo la verdad" pensé tapándome la boca con ambas manos. Él terminó de hablar, ella hizo unos gestos con las manos, dijo un par de cosas y se fue triste. Cuando estuve segura que el terreno estaba despejado salí y me reuní con él.

—Le dije la verdad —murmuró triste mirando el agua con los brazos apoyado en la barandilla.

— ¿Y? —

—No me creyó, cree que es una excusa —contestó afligido.

—Es algo difícil de digerir, dale tiempo...—sugerí.

—Tiempo, tiempo...lo conozco. No somos muy buenos amigos —murmuró. Apoyé mi cabeza en su hombro y descansé mi mano sobre su otro hombro.

—La conozco, Ser, sé que te va a creer, pero tiene que pensarlo es algo desconfiada — expliqué.

—¿Ser?—preguntó una voz femenina atrás nuestro. Nos dimos la vuelta a la vez, sorprendidos. Melia nos miraba desconfiada, algo enojada y confusa.

—Eem, sí —dije con cautela no sabiendo qué responder. Ella nos miraba aleatoriamente no sabiendo qué creer.

—Te lo dije, Meli. No me llamo Gladiolo, soy Serbal...Serbal Moreno —dijo él cansado e impotente. Yo no sabía qué decir para aportar y no empeorar las cosas.

—Entonces...son hermanos. ¿Y lo sabías?— me preguntó.

—Por supuesto que lo sabía ¿qué creíste cuando pedí que él se quedara en el castillo?— dije con una leve sonrisa.

Su mirada sorprendida quedó en el suelo, pensando.

—¿Cuándo? ¿Cuándo lo supiste?—preguntó con las cejas unidas.

El Portal (Saga Aeternum #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora