28. Ahora

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Llego al restaurante donde reservé una mesa para dos y espero en la puerta unos 5 minutos hasta que Cris aparece. Nos saludamos diciéndonos un triste "hola" cada una y entramos. Uno de los camareros nos lleva hasta nuestra mesa tras decirle mi nombre e inmediatamente nos trae las cartas,

-Es el mejor argentino de Madrid. Ya verás, lo vas a flipar.

-Pero es un poco caro, ¿no?

-No te preocupes. Me apetece invitarte y con la asoci de arte urbano estamos pintando las paredes de unos bares de Malasaña y pagan bien.

-¡Pero eso es genial!

-Sí, pero entre la uni y esto... No tengo tiempo para nada. Por eso no pude quedar antes.

Pedimos la comida y, no sé cómo, convenzo a Cris para pedir vino en vez de cerveza.

-¿Te has vuelto una señorita ricachona que ahora bebe vino del bueno? - Me dice para picarme.

-Boluda.. -No puedo dejar de mirarla. Le cojo de la mano, sonreímos las dos.- Quiero que empecemos de cero. Siento muchísimo lo que pasó y... No importa ni...-No sé si debería nombrarla ya nada más empezar la noche- Irene, ni Eloy, ni el TLP. No quiero que nada me impida estar contigo. Quiero que lo nuestro salga bien... Y quiero demostrarte que puedes confiar en mí.

-Vale, pues empezamos de cero. -Suelta nuestras manos- Soy Cris, encantada. -Me la vuelve a dar a modo de presentación.

-Joana, un placer.

-Y a qué se dedica usted, ¿señorita Joana? Porque a juzgar por este restaurante y lo que va a pagar, parece usted, no sé, condesa.

Cris tenía esa capacidad: la de quitar tensión y hacer reír. Nos traen la comida y cenamos entre risas. Nos ponemos al día. Le hablo de mis proyectos, de mis compañeros de bellas artes y de los de la asociación. Y ella de la universidad, del examen de esa mañana, de la fiesta en casa de Nora el sábado, de lo pesada que dice que es su madre... Terminamos de cenar y damos un paseo agarradas de la mano, no nos hemos dado ni un beso.

-Oye... Que sepas que la hermana de Nora me entró en la fiesta y la rechacé. Porque a la única a la que quiero besar es a ti.

La miro y paramos de caminar. Sin pensármelo dos veces acerco mi boca a la suya, le agarro la cara por las mejillas y la beso. La beso una y otra vez, intercalando besos con abrazos. No sé cuánto tiempo estamos así.

-Lo siento... Te juro que no sé qué coño me pasó.

-Bueno, ya está. Pasó y punto.

Me quedo en silencio porque no sé ni por qué dije el puto nombre de Irene ni cómo dejar de sentirme culpable y arreglar la situación, porque tengo la sensación de que con una cena no es suficiente. Me siento impotente y creo que ella lo nota.

-Ey... Me gusta eso de empezar de cero. Y hablemos las cosas, por fa, antes de coger la puerta e irnos enfadadas. Lo digo sobre todo por mí, no pienses mal. 

-Ya... Pero... -Me pongo nerviosa.

-Pero...¿Qué?

 -Yo no puedo prometerte que nunca más me vaya a ir enfadada antes de hablar, porque yo hoy estoy bien, pero mañana no lo sé. Y pasado... Tampoco. Y nunca sé cuándo lo voy a estar.

-Vale... Pues pasamos de pensar en mañana y de pensar en ayer y pensemos en el ahora, ¿no?

-Lo puedo intentar...

-Por ejemplo, ahora te voy a besar. Así que pensemos solo en este beso y en nada más.

Me da un beso largo .

-¿En qué has pensado?

-En que te quiero.

Vuelvo a acercar mis labios a los suyos. Nos besamos apasionadamente.

-Yo también te quiero, idiota.

Croana en la universidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora