¿Y si te dijera que existe una isla donde las decisiones que tomaste en el pasado te convierten en algo más? Todo aquel que se atreva a pisar esta desconocida isla tendrá que aceptar su destino, o el karma.
Un día llega alguien nuevo que, sin quere...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mérida entró con una sonrisa en su rostro, seguida de Castiel, quien no se veía tan feliz. Ella dejó los libros sobre la mesa ratona y me miró.
—Recibí a una Agatha loca diciendo que la descubrieron —comenzó a contar y suspiró pesadamente—. Lo bueno es que la interrumpieron, pero ahora tenemos que detener lo que logró hacer.
Abrió el libro de magia negra en una página en particular y señaló una oración. Me acerqué y la leí en voz alta:
—Si el portal no se cierra ni se abre por completo, cualquier espíritu que lo vea puede pasar.
—Y eso no es todo —murmuró y giró la página para luego señalar otra oración—. Para que estos espíritus sean de carne y hueso, un descendiente del invocador debe ser sacrificado en manos de su ascendiente.
Todos nos giramos lentamente hacia Castiel, quien tenía la mirada en blanco.
—No dejaremos que eso pase —le aseguró Tabitha y se acercó a él sonriendo.
—Con respecto a eso, hay un problema —agregó Mérida.
—Adivino: tiene que ver con Merlín —comenté poniendo los ojos en blanco.
—Algo así... —hizo una breve pausa y continuó—: Soltó a tu hermano.
Mi boca se abrió y estaba por emocionarme, pero la palma de su mano frente a mi cara me detuvo.
—Eso no es bueno, significa que ya no quiere atraerte, así que, es muy posible que empiece a buscar a Castiel en cualquier momento.
—Bueno, pero ¿dónde está Elliot?
—En la isla mala, recuerda que no nosotros no podemos hacer portales —contestó con mala cara y tomó el libro para leerlo.
Bufé y me dirigí a la puerta.
—Voy a comenzar a decirle La Isla del Karma.
Agarré el picaporte, pero Bastian tomó mi brazo.
—Aún estoy intentando procesar todo esto —musitó cerca de mí—, pero déjame que te acompañe.
—Bas...
—-Por favor.
Se veía preocupado y sus ojos miraban fijo los míos. Suspiré asintiendo.
—Está bien, pero debemos tener mucho cuidado.
Sonrió un poco para luego dejar un beso sobre mi mejilla.
Salimos, algunas personas nos siguieron, y enseguida hice un portal. Bastian lo atravesó rápidamente, giré para mirar a todas esas personas que tanto se preocupaban por mí durante unos segundos y pasé justo antes de que se cerrara.
—Es difícil acostumbrarse a eso —dijo levantándose.
—Sí, lo siento. Creo que aún tengo que practicar —respondí riendo un poco.