Día 3 (Parte 2)

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Levanté la vista y me encontré con un gran lago azul.

—Es hermoso —murmuré acercándome al agua.

—Ten cuidado.

Me arrodillé sobre el césped y toqué el agua con la yema de los dedos. Estaba fría y no era traslúcida, pero enseguida pude divisar un rostro.

—¿Es una sirena? —le pregunté emocionada.

Bastian se arrodilló junto a mí y miró el agua.

—Sí, creo que es Ivy.

—¿Ivy?

—Sí, es como mi mejor amiga —me explicó sonriendo—. La vas a adorar.

—¿Son buenas las sirenas?

—¿Si son buenas? —Bastian rio y agregó—: No matarían ni a una mosca, si pudiese haber alguna en el agua. No cualquiera se convierte en una sirena o en un tritón.

—¿Tú matarías una mosca? —giré hacia él.

—Odio las moscas, así que sí —respondió seriamente.

—Yo también.

Reímos un poco. Volví a bajar la vista, pero la sirena ya no estaba.

—Se fue —dije e hice un puchero.

—Son muy tímidas, aunque me llama la atención que no me haya venido a saludar.

—Tal vez ya no te quiere —opiné en forma de burla.

—Su padre no me quiere —contestó Bastian haciendo una mueca.

—¿Es un tritón?

—Sí, el más fuerte de todos.

—¿Y tiene un tridente?

—No, eso es una falacia.

Bastian tenía el ceño fruncido, cosa que provocó que suelte una pequeña carcajada. Él me miró y no pude evitar sonreír.

—Intentaré hacerte reír más seguido, lo prometo.

—No, por favor —supliqué—, odio mi risa.

—Escuché muy poco, pero estoy seguro de que no puede ser horrible.

—Lo es.

—Pues, no te creo —dijo él alzando los hombros.

—Ya verás —lo señalé—, y te arrepentirás.

Bastian levantó las manos como si un policía lo estuviera apuntando con una pistola. En ese momento, recordé que existían los policías y que allí no había ninguno.

—¿Quiénes son policías aquí?

—¿A qué viene esa pregunta? —rio él.

—Quiero decir, ¿los ángeles son como los policías?

Asintió.

—Junto con los cambiantes, se podría decir.

—¿Y cómo se llama el lago? —interrogué, de repente. Mi cabeza iba a mil por hora, incontrolablemente.

—El Lago del Silencio.

—¿Por qué?

—Porque las sirenas son las criaturas más calladas y tranquilas, y ellas habitan en él, así que...

—Tiene sentido —asentí.

Me levanté y observé el lago. Era inmenso, sin mencionar que se veía extremadamente limpio. De repente comenzó a iluminarse poco a poco, como si fuera una aurora boreal en el agua. Primero era violeta, después rosa, amarilla, verde... No paraba de cambiar de color y yo no podía quitarle los ojos de encima. Me dieron muchas ganas de meterme, pero no me animaba, todavía no me sentía segura cerca del agua. «Aparte, no creo que eso sea algo que las sirenas amarían», pensé.

La Isla del Destino © #1 [ COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora