¿Y si te dijera que existe una isla donde las decisiones que tomaste en el pasado te convierten en algo más? Todo aquel que se atreva a pisar esta desconocida isla tendrá que aceptar su destino, o el karma.
Un día llega alguien nuevo que, sin quere...
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• ANNABELLA •
En cuanto aparecí en la playa, comencé a correr sin mirar atrás. No estaba segura de si iba en la dirección correcta, pero seguí mi instinto. Corrí durante quién sabe cuánto tiempo. Cuando ya estaba en medio del bosque, escuché un ruido y giré la cabeza sin dejar de mover las piernas, pero choqué con alguien y caímos.
—¿Anna? —me senté y levanté la mirada—. ¡Anna!
Mérida se paró y me abrazó sonriente.
—¿Me vas a llevar de regreso? —murmuré alejándome.
—No, al contrario —explicó—. Estoy tan contenta de haberte encontrado primero. Tenemos que llegar a lo de Agatha, rápido.
Dicho esto, tomó mi mano y empezó a correr hacia la derecha. Justo antes de llegar, reconocimos al ángel desde lejos.
—¡Agatha! —exclamé.
Corrí más rápido todavía, hacia ella, y la abracé fuertemente.
—¡¿Estás bien?! —me preguntó devolviendo el abrazo, a lo que asentí—. ¿Mérida?
Se separó, mirándola fijo. Estaba muy seria.
—Estoy de su lado, tranquila —aclaró Mérida con una media sonrisa.
—No te creo —me miró—. Ve adentro, voy detrás de ti.
Las observé unos segundos y lo hice. Yo sí le creía, pero no podía discutir ahora.
—Merlín la está buscando —mencionó antes de que Agatha cierre la puerta—, y tiene a Owen y Bastian.
Me paralicé. Estaba tan asustada que me olvidé completamente de ellos. Tenía que regresar. Salí de la casa y caminé hacia la bruja.
—¿Estás cien por ciento de mi lado? —asintió—. Genial, porque tenemos que traerlos de vuelta, sanos y salvos.
—¡¿Estás loca?! —chilló Agatha—. No solo te forzará a quedarte allí de nuevo, sino que no los dejará ir.
—¿Cuál es tu plan, entonces? —la miré—. Porque no se me ocurre nada mejor.
—Mérida, ¿Castiel no estaba de tu lado?
—Algo así... Es más complicado que eso.
—¿No es de fiar?
—No sería mi primera elección.
—Entonces iremos todos, excepto Anna.
—Pero, yo también tengo poderes —dije con el ceño fruncido—. Soy útil.
—Anna —puso las manos sobre mis hombros y sonrió un poco—, sé que quieres ayudar, pero es sumamente peligroso que regreses.