5.

104 32 6
                                    

SeokJin estuvo jugando con él por un rato más antes de que su abuela le llamara desde el interior de la casa porque ya era de noche.

– ¡Ya voy abuelita! –gritó antes de ir con YoonGi, sus ojitos reflejaban la tristeza que le causaba tener que dejar de jugar con su nuevo amigo y peor aún ¡Dejarlo solo! – Yoonie... –murmuró queriendo decirle que tenía que entrar, pero entonces la sonrisa tan tierna de su acompañante le hizo pensar rápidamente en una mejor idea– ¿Quieres venir a comer conmigo y mi abuelita?

La pregunta dejó al espíritu algo fuera de lugar, no esperaba ser invitado, especialmente porque debería negarse al instante, él quería a la abuelita de Jin, pero no se sentía con la confianza suficiente para mostrarse ante ella en esa forma, aunque a veces le había hablado y acompañado cuando estaba sola, no estaba listo.

– Yo...Jinie, no puedo ir a comer –la desilusión en el semblante del niño hizo que rápidamente retomara lo que decía– ¡Pero podemos jugar en tu cuarto luego de que comas!

Su voz sonó atropellada, aún así el mensaje fue recibido por ilusión y una promesa de verse en un ratito en el cuarto del más alto, mientras tanto aprovecharía para hablar un poco con sus amigos y asegurarse de que ambos no estuvieran peleando porque si él no lo hacía, algún día terminarían arrancándose las hojas. Cabe aclarar que, pese a no ser los únicos espíritus del jardín, eran los que más (por no decir los únicos) convivían entre ellos.

Ciertamente cada género en el jardín tenía un espíritu para cuidarle, pero la mayoría prefería únicamente hacer su trabajo de verificar que a las plantas de su género se les den los cuidados adecuados o marchitarlas. También era verdad que ellos tenían una conexión especial a las plantas y en ocasiones se referían a sí mismos como si fueran la planta, igual que JiMin y JungKook, pero esto era casi exclusivo de los árboles y arbustos, pues vivían un tiempo más prolongado y al estar cada día a la planta, llegaban a sentirse como uno mismo. Sin embargo, el trío de amigos frutales quizás había ido más allá de solo hacer su trabajo, se habían vuelto amigos con el paso de los años en ese jardín.

– ¿Jimin, Jungkook? –llamó asomándose por la puerta del huerto, pero no obtuvo respuesta. Era algo extraño, ellos acostumbraban avisarle cuando regresaban a su mundo y era muy extraño que se fueran a la vez por eso de que supuestamente no se llevaban bien.

Soltó un suspiro luego de buscarlos por unos minutos y decidió mejor ir a la habitación de Jin para esperarlo ahí. No tardó mucho en llegar y lo que se encontró le hizo sonreír al pensar en lo adorable que era ese humano, había algunos peluches y ropa perfectamente acomodada en sus muebles. Además, la mayor parte de la habitación era de color rosado, las cortinas, el cobertor de la cama y algunas prendas, lo más seguro es que ese fuese su color favorito. Caminó con cuidado por la habitación y se sentó en la cama, pensando que sería muy descortés ponerse a indagar en el resto de las cosas que le rodeaban.

No esperó mucho, pues SeokJin comió tan rápido como pudo y luego de darle las buenas noches a su abuelita, corrió a su habitación para poder jugar mucho tiempo. Claramente fue recibido por un alegre YoonGi al que abrazó antes de ponerse a sacar los juguetes que guardaba ahí.

Jugaron bastante hasta que SeokJin casi se quedó dormido sentado ahí mismo. Por eso, su acompañante le sugirió que fueran a dormir, convenciendo al niño cuando le dijo que podían dormir juntos y así lo hicieron.

Durante la noche la abuelita de SeokJin se encontró con la imagen más adorable que seguramente vería en su vida cuando fue a apagar la luz de la habitación. Su nietito estaba abrazando con cariño y firmeza a un muchachito con cabellos morados que conocía muy bien.

Su corazón se sintió cálido esa noche cuando fue a dormir, sabía que ahora la familia Kim no sería la única que protegería el dorado corazón de su bebé.

Moras silvestresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora