SeokJin era muy curioso, eso es algo que YoonGi había comprendido cuando lo veía a él junto con su abuela ir al jardín. Nunca dejaba de preguntar sobre esto o aquello, pero, había otra cualidad suya que le resultaba más atractiva y es que el chiquillo era increíblemente dulce y noble. Se preocupaba siempre por todo aquello que le rodeaba y estaba seguro de que buscaba cuidar los corazones de las personas tan bien como cuidaba las plantas.
Nunca llegó a ser agresivo con ninguna de ellas, desde que él era apenas un pequeño brote, fue de lo más cuidadoso con él al trasplantarlo y regarlo con amor, haciendo que se sintiera dichoso de haber sido llevado a ese lugar y como muestra de su agradecimiento, brindara sus mejores frutos al chico, llenando las ramas más bajas con dulces moras para que pudiera tomarlas sin problema.
Quizás es por eso que YoonGi se mostró ante él cuando vio que le había hecho daño, lo apreciaba y no quería verlo llorar. Quizás, también es por eso que en ese instante respondía todas las preguntas inocentes que le hacía el infante. Desde cuántos años tenía hasta si el morado era su color favorito. Pasaron algunos minutos, donde él seguía de aquí para allá al niño que regaba las plantas y aporcaba donde era necesario.
Una vez que la tarea fue concluida con éxito, ambos se sentaron y SeokJin le regaló una de esas sonrisas que sólo las personas como él pueden dar.
– ¿Quieres jugar conmigo Yoonie? –le propuso– ahora que terminé de cuidar el jardín podemos ir juntos a jugar en el césped ¡Te puedo mostrar el juego que nos enseñó mi profesora hoy!
Logró asentir apenas cuando el chico ya lo llevaba sonriente hacia la parte donde su abuelita no sembraba para que él pudiera corretear tranquilo.
– Mira Yoonie, lo que hay que hacer es que yo me voy a parar aquí y tu allá –le señaló el otro extremo del jardín– entonces yo me giro y voy a cerrar mis ojos muy fuerte, cuento y luego tú caminas intentando llegar aquí, pero yo me voy a girar y cuando yo te vea no te debes mover ¿Si?
– Si, SeokJinie –respondió alegre, él nunca había jugado algo así, su forma de divertirse con los otros espíritus era contando historias o jugando a las atrapadas.
– ¡Vamos a jugar ahora! ¡Uno, dos, tres! –contó muy rápidamente y se giró para encontrarse con un YoonGi parado apenas un par de pasos de donde salió.
Ambos se sonrieron y luego continuaron jugando por un rato hasta que la madre de SeokJin llamó a su hijo para despedirse y este corrió en su dirección diciéndole a su nuevo amigo que le esperara, que volvía muy rápido.
– A mi también me gustaría jugar con SeokJinie, hyung –murmuró el pelidurazno al ver como YoonGi se acercaba a ellos mostrando sus encías al tener esa amplia sonrisa marcada en sus labios.
– Ni siquiera has dado tus primeros frutos y ya quieres ir con SeokJin, oh JiMin, él no querrá jugar contigo –se burló el menor de los tres espíritus frutales que vivían en ese jardín, acomodando su rojizo cabello.
– JungKook, respeta a tu mayor –reprochó el mayor, parándose entre sus dos amigos– además SeokJin es un niño muy dulce, él me invitó a jugar y seguro que también le gustaría jugar con cualquiera de los dos, pero deben estar seguros de desear mostrarse, para no arrepentirse después
– Lo siento YoonGi hyung... –murmuró con un mohín el muchachito insolente, como Jimin le decía.
– Oh, Jinie está por venir, nos vemos chicos –se despidió mientras corría, observando como el mencionado abrazaba a su madre por última vez y le daba un beso en su mejilla antes de regresar al jardín para buscarle y seguir con su juego.
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Moras silvestres
RomanceA Kim SeokJin le encantaba comer las moras silvestres que crecían en el jardín de su abuela, pero le encantaba más el chico que salía de entre las ramas para poder hablar con él. Un agradecimiento super especial a @_YERO_ por la preciosa portada que...