𝑻𝑯𝑬 𝑬𝑵𝑫𝑳𝑬𝑺𝑺 𝑵𝑰𝑮𝑯𝑻. ☞︎︎︎𝘾𝙍𝙊𝙎𝙎𝙊𝙑𝙀𝙍.

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐂𝐈𝐍𝐂𝐎.

▌ THE ENDLESS NIGHT  ▌
capítulo cinco.

Amanecía cuando los Jinetes de Dragones y los Cazadores de Trolls llegaron a la Isla Gusano de Fuego, su superficie pedregosa y sin vida hacía que la pila de rocas pareciera deshabitada por cualquier criatura viviente. El cielo estaba cambiando lentamente de un azul pacífico con estrellas brillando en el fondo a un gris pálido que anunciaba un hermoso día.

Los dragones se dejaron caer en la entrada de la cueva, sus patas se posaron delicadamente en el suelo liso.

Chimuelo plegó sus gigantescas alas negras, permitiendo a sus pasajeros desmontar con un suave gruñido.

Jim saltó del Night Fury y observó al dragón con admiración mientras negaba con la cabeza y seguía a su Jinete acercándose a la entrada de una cueva que parecía extenderse hacia un túnel que bajaba bastante.

Astrid y Claire también desmontaron y se acercaron a Hipo, que estaba erguido ante el oscuro agujero en la roca. No parecía estar pasando nada cuando el Cazador de Trolls se acercó al heredero, observando los rasguños marcados en todo el contorno de la cueva.

—¿A qué estamos esperando?—, Preguntó Jim con impaciencia, haciendo un gesto hacia el túnel que corría hacia lo profundo. —Estamos perdiendo tiempo.

Estaba a punto de caminar directamente hacia adentro cuando un rugido agudo resonó en la cavidad e Hipo levantó un brazo antes del híbrido, impidiéndole dar otro paso adelante.

—Todavía no—, ordenó lúgubremente, escuchando atentamente los múltiples pasos de la Reina Gusano de Fuego que se acercaban a una velocidad extrema para moverse por el suelo. —Ella viene.

Jim arqueó una ceja hacia Hipo pero aun así obedeció y dio un paso hacia atrás.

Un resplandor brillante desde el fondo del túnel hizo que el Cazador de Trolls entrecerrara los ojos para averiguar qué se les avecinaba y preparó su mano para convocar a Daylight en caso de que deletrearan malas noticias.

Hipo no se movió ni siquiera un poco cuando el dragón al rojo vivo salió corriendo de su nido y extendió sus alas, revelando las muchas marcas similares a las de una mariposa. Se incorporó sobre sus patas traseras y rugió con fuerza, haciéndose sentir intimidante ante los intrusos que se habían atrevido a poner un pie en su isla.

Pero cuando volvió a sentarse, se acercó a Hipo y lo olió con sospecha, sus ojos brillantes por el sol se entrecerraron peligrosamente en él hasta que reconoció su olor y negó con la cabeza en señal de bienvenida.

—Sí, eso es—, dijo Hipo, extendiendo una mano para acariciar su cabeza suavemente. — Te acuerdas de mí, ¿no? Salvar el trasero del otro muchas veces en el pasado, eso deja una marca, ¿no es así?

La Reina rodeó a la pandilla y se apresuró a regresar al interior de su nido como un gesto que fueron bienvenidos a seguir.

—Está bien, vamos—, dijo Hipo al resto sin darse la vuelta para dirigirse a ellos.