𝗔𝗜:𝗕𝗢𝗬 | JohnDo

01. ¡Señor Suh!

21 de octubre del año 3067.

Una buena manera de despertar sin duda alguna sería mediante la luz solar que se asoma a través del gran ventanal que poseía el edificio perteneciente a aquel gran científico. Con los sonidos relajantes de lluvia que normalmente lo ayudaban a dormir y una cálida voz llamándolo, indicando que ya era hora de levantarse.

Si... Dejemos los cuentos de hadas de lado por un momento.

La alarma hacía eco en cada bendito rincón de la enorme habitación, cualquier persona estaría harta de escuchar un remix del tema principal de tetris una y otra vez, pero no el científico, quien permanecía recostado sin siquiera inmutarse. Algunos seres humanos tenían el sueño demasiado pesado, no obstante, John parecía haber caído en un profundo coma del cual no sería despertado nunca.

El pequeño aparato en forma circular, que se encontraba instalado en uno de los muebles organizadores, se encendió, mostrando un pequeño destello de color violeta antes de que el holograma apareciera de pie, justo a un lado de la cama. La pobre inteligencia artificial pasó sus manos por todo su rostro para después bostezar, dejando que su mirada se posara por completo en la roca durmiente.

—Ah —se quejó en voz baja. —No me pagan lo suficiente para esto —dijo, teniendo que agacharse hasta quedar justo a la altura del rostro de aquel ser humano. —Buenos días señor Suh... —esperó. —¿Señor Suh?... —y esperó. —¡Señor Suh!

Pero ni siquiera logró llamar su atención.

Al ver que su creador no tenía intención alguna de levantarse, el holograma se alejó para poder desplegar varias pantallas a su alrededor, las cuales le ayudaban a llevar el control de la mayoría de los aparatos en el departamento. Con un par de movimientos, los cristales del ventanal pasaron de ser de un color negro satinado a completamente transparentes, dejando entrar la luz del día.

No hubo rayos de luz entrando directo a la habitación ya que era un día nublado, sin embargo, la diferencia fue abismal, considerando que John dormía en completa oscuridad, tal cual los murciélagos.

La alarma se detuvo y  una melodía muy diferente llegó a los oídos del científico.

—Estoy despierto —murmuró John al poder captar que se trataba de un remix del tema de Pac-Man. —Apaga eso.

El holograma emitió una risita burlona, sabiendo de antemano lo mucho que solía molestarle a su creador que lo despertara de esa manera.

—Buenos días —sonrió.

—Doyoung —habló John, levantándose con lentitud de la comodidad de su cama. —¿Cuántas veces te he dicho que no me despiertes así? mis ojos y mis oídos sufren.

—Mi garganta sufre al no poder despertarlo por más que grite —reclamó Doyoung, volviendo a su lugar predeterminado con una pequeña sonrisa en su rostro. —El clima de hoy en la ciudad de New York es de 16 grados, a diferencia de su habitación la cuál acondicioné para que pudiese dormir sin pasar frío. Mis recomendaciones serían que utilice un suéter, bufanda, guantes y si se puede hasta un gorrito, si se enferma de nuevo no me dejará dormir con tantos estornudos y pedidos extraños.

Si John hubiese sabido que la configuración de su holograma iría evolucionando poco a poco hasta convertirse en algo de naturaleza sobreprotectora, sinceramente no lo habría cambiado. Era agradable tener la compañía de un Doyoung con complejo de madre primeriza.

—Deja de recordar mis desgracias, esa vez estaba delirando por la fiebre, no es mi culpa que parezcas real —habló John.

—Señor Suh, lloró porque no le quise dar un abrazo... —Doyoung luchaba por no soltar una carcajada. —Y luego lloró aún más cuando le expliqué porque no podía.