15. Me cansé de ser menos que un amor y más que un amigo

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Puso el punto final en el ensayo y soltó un suspiro; la música que escuchaba, hacía todo un poco más dramático. Aún recordaba lo mucho que le había costado hacer ese ensayo, lo aliviado que se sintió de al fin terminarlo no fue normal. La maestra, apiadándose de sus almas pecadoras, les había dado dos semanas más; en esas dos semanas, todo había cambiado para mejor. Su relación con Tony no había hecho más que mejorar desde esa noche que se durmieron juntos, arrullados por la suave y dulce voz de Lana del Rey en Lucky Ones, aliviados, también, por al fin explicarse y entenderse. Aún no eran nada, seguían esperando a sanar para poder dar lo mejor de ambos, pero estaban conscientes de lo que el otro sentía y parecían pareja.

En fin, que sólo les faltaba el título.

Sus amigos no dejaban de molestarlos y hacerlos sonrojarse con diversas bromas e insinuaciones, logrando, muchas veces, sacar de quicio a Tony, pero terminando todo entre risas entre todos. Habían repetido lo de la terraza, ahora disfrutando que por fin estaban todos en paz consigo mismos; vieron una comedia romántica, con la más pura intención de poner incómodos a Tony y Steve, pero solo lograron que el primero cayera dormido en el hombro del segundo, y el rubio también, apoyando su mejilla en la cabeza del otro. Bueno, eso era mucho mejor. Sacaron fotos, mismas que planearon hacer la carta navideña del año.

Sharon felicitó al rubio en cuanto éste le contó todo lo sucedido, aunque también lo golpeó por "el incidente del golden que ladró". Pero se sentía feliz de ver a su amigo feliz al lado de alguien como Tony (aunque no tuvo ningún problema en amenazar al castaño si le hacía daño a Rogers). Steve fue amenazado por Rhodey.

Tony, por su parte, tuvo una plática bastante larga con Stephen, que finalizó en un apretón de manos y deseándole suerte al más alto en sus planes con un tal Ross. Pero, todo se había aclarado y arreglado, ya podían estar en paz.

Al menos, hasta que empezaran los exámenes de fin de semestre, pero ese ya es otro cuento.

Ahora, Tony caminaba hacia el árbol bajo el cual estaba Steve, disfrutando del sol acariciándole y del viento soplando suavemente; era un día agradable para estar vivo. El bullicio del recreo inundaba el lugar, un poco de música se escuchaba a la distancia. Había dejado a sus amigos en el lugar usual con la excusa de buscar al rubio, el grupo quería jugar a ese juego, que, extrañamente, lo había empezado todo. Estúpidas cartas, pero benditas sean también.
Al llegar la lado de Steve, se sentó a su lado, viéndolo cerrar la carpeta roja, esa para trabajos especiales. No preguntó, pero decidió robarle un audífono al rubio y apoyarse en su hombro, disfrutando del silencio entre ambos.

—Hey —dijo suavemente Steve, con esa sonrisa que lo hacía sentirse el más feliz en el mundo. Tony no dijo nada, solo se acercó más, procurando que el audífono no se le cayera. El rubio, en vista de que el otro no iba a hablar, lo abrazó por los hombros y puso una canción que le resultaba bastante graciosa, e irónica la manera en la que encajaba con su situación con Tony.

—¿Me quieres decir algo con esta canción, Rogers? —preguntó, cuando dicha canción estaba apunto de terminar. El rubio sonrió travieso.

—No sé qué quieres que te diga, Stark —respondió, volteando a verle—. Me cansé de ser menos que un amor y más que un amigo —cantó, haciendo sonreír a Tony—. ¿Me ayudarás con el cansancio? —ambos se sentían más listos que tres semanas atrás, así que Tony asintió, y se acercó más al rostro del rubio.

No hay porqué temer, no te va a comer, ahora bésalo —se alejaron al escuchar a Clint cantar—. ¿No me escucharon? Ya bésense —rieron divertidos, mientras el resto llegaba y Natasha le daba un zape a Clint—. Vamos, chicos, es el beso más esperado por toda Latinoamérica unida.

Menos que un amor, más que un amigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora