Capítulo 13

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Cap. 13

Al fin llegó el momento de ir a ver a Yanni.

Kerem había pasado una semana difícil, tratando de entender los motivos que lo devolverían a Turquía. No era que no quisiera regresar a casa, era que deseaba terminar primero su carrera. Pero tal vez debería obedecer. Estaba desconcertado aún.

Sureyya también estaba preocupada. La oportunidad de trabajo era muy buena. Pero justo ahora que había logrado entrar a terminar su carrera y además, vuelto a ver a Kerem. Quizás esto último era lo que más le dolía: tener que separarse de él justo ahora que se volvían a ver después de tanto tiempo.

Sin embargo, no quería perder la oportunidad de convivir con él y de aprovechar los momentos que tenían disponibles.

La algarabía reinaba en aquellas habitaciones.

- ¿Ya te arreglaste, Sureyya?

- Prácticamente ya, Sila- dijo la joven- creo que esto es suficiente.

Sila y Ariadna se miraban.

- Te ves bien pero...creo que te falta algo- añadió Ariadna.

- Algo, como, ¿qué?

- Pues...no sé...espera- dijo Sila, buscando un adorno.

La sobriedad adornaba a Sureyya. Pero las chicas querían que impresionara a Kerem.

Ellos también se preparaban, aunque sin tanta dedicación.

- ¿Ya estás listo, Kerem?

- Por supuesto, esto no me lo perdería por nada.

- Ya solo falta ir por las chicas.- dijo Kerem.

- No ha llegado el novio de Ariadna- añadió Selim- en cuanto llegue, pasamos por ellas.

El joven llegó algo apurado.

- Ya estoy aquí. Estaba apartando el estacionamiento. No queremos que se lleve la grúa mi auto.

- Bien, ahora vamos por las muchachas- añadió Selim.

Los tres caballeros llegaron al umbral de la puerta de la residencia de las estudiantes y cortésmente aguardaron a que las damiselas descendieran por las escaleras.

Sila bajó y saludó enseguida a Selim, quien la abrazó y le dijo dulcemente:

- Te ves preciosa...

El novio de Ariadna hizo lo propio.

Kerem se limitó a sonreír mientras Sureyya se acercaba. Kerem dijo algo atolondrado.

- Luces...muy bien.

- Gracias.

El momento se tornó un poco incómodo, ya que las miradas que los engancharon los hicieron olvidarse del resto.

Fue Selim quien los interrumpió.

- ¿Nos vamos ya?

- Ah, sí, claro.

Los chicos marcharon hacia el teatro.

Cuando llegaron, se acomodaron estratégicamente, de suerte que Kerem y Sureyya estaban sentados juntos.

El muchacho no podía dejar de reparar en lo hermosa que se veía Sureyya en esos momentos.

Comenzó a pensar: ¿y si fuera verdad? ¿Y si sus sentimientos, lejos de haberse desvanecido, hubieran madurado y se hubieran transformado en un amor especial? No era casualidad que se hubieran encontrado. Tal vez las cosas estaban sucediendo así por una razón.

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