Capítulo 14

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Cap. 14

De vuelta a la casa de estudiantes, venían todos felices cantando canciones turcas.

- De verdad, tienes muy buena música, Selim- dijo Kerem.

- Cuando quieras, Kerem.

Sureyya estaba también muy divertida. Iba sentada junto a Kerem, quien manejaba. El novio de Ariadne estaba dormido y la chica estaba también bastante mareada.

- Como que tu novio se pasó de copas- dijo Sila.

- No puede tomar mucho porque se duerme- replicó Ariadne.- Siempre se lo digo pero no entiende.

- Ponle un alto- añadió Kerem.

Sin embargo, parecía que la música no lo despertaba.

Al llegar, Ariadne trató de despertarlo, pero no le fue posible.

- Ya llegamos...

Kerem le dijo:

- No te preocupes, Ariadne, nosotros lo llevamos a su departamento, ¿cierto, Selim?

- Claro, Ariadne, no te preocupes. Tú quédate tranquila, ¿sí?

- Está bien- dijo Ariadne – gracias.

Sureyya también bajó del auto.

- Gracias, chicos.

- Descansen, chicas- añadió Selim.

Cuando ya estaban dentro, Sila repuso.

- Tu noviecito dio la nota, Ariadna.

- Como si Selim jamás bebiera.

- Pues no se pierde tanto como tu novio.

- Al menos se duerme- insistió Ariadna.

- Ya, por favor, no discutan. Mejor vamos a descansar, es muy tarde, ¿sí?

- Está bien, Sureyya. Mejor dinos, ¿qué te dijo Kerem cuando salieron del concierto?

- Pues, nada, cosas de sus familia.

Sila insistió.

- Linda, ¿qué sucede? ¿Acaso no te has dado cuenta?

- ¿De qué?

- De que Kerem está enamorado de ti- añadió Ariadna.

- Claro que no, Kerem es mi amigo solamente. ¿No pueden entenderlo?

- Está bien, no te molestes- dijo Sila.- Y dime, ¿a ti no te agrada?

- Ya dije que es mi amigo, siempre hemos sido amigos desde que éramos niños- replicó Sureyya- así que ya déjenme dormir, ¿sí?

- Ay, está bien. Pero ya hablaremos de eso.

Sureyya, sin embargo, no podía conciliar el sueño. Estuvo llorando un poco, hasta que decidió salir a beber café.

Sin embargo, pensó que tal vez Kerem también estaría. Pero no, no era posible. Kerem estaba todavía en casa del novio de Ariadna. Seguramente allá se había quedado.

Pero no: Kerem estaba ahí.

Entró con cuidado. Al ver que se encontraba en el comedorcito, trató de marcharse. Pero Kerem la descubrió.

 Pero Kerem la descubrió

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- ¿Sureyya?

- Sí...perdón...no me di cuenta que estabas aquí...

- Ven, estoy tomando café. ¿Quieres uno?

Sureyya asintió.

- ¿Cómo te fue con el novio de Ariadna?

- Bien, pobre muchacho, cayó como piedra. Selim se quedó un rato más. Me dijo que yo me volviera.

- ¿Y en qué volviste?

- En taxi. Selim se quedó en el carro.

Sureyya sonrió. Kerem le preguntó.

- ¿Te divertiste, linda?

- Mucho...la verdad estoy muy contenta de haber estado en el concierto.

- Me alegro. Por cierto, ¿es cierto lo que me dijiste?- insistió.

- ¿Qué cosa?

- Que si irías conmigo a Estambul...-preguntó Kerem.

- Claro, te dije que sí.

- Gracias...-insistió.

Iba a tomarle la mano pero se apartó. No quería confundirse. ¿Era amor lo que sentía por Sureyya?

- No quisiera molestarte y hacerte marchar sólo porque yo tengo que hacerlo.

- No digas eso. Para mí sería muy bueno, digo, llevo ya tiempo sin estar en Turquía.

- Gracias de nuevo, Sureyya. Mamá estará feliz de volver a verte.

- ¿Y será pronto?

- Aun no lo sé. Tal vez termine semestre aquí y luego nos iremos- observó Kerem.- También tú, si tienes pendientes, arréglalos.

- Sí, eso haré- sugirió.

- Y por cierto- dijo Kerem- ¿cómo va la carrera?

- Pues bien, pero no estoy muy segura. Como que siento que es mucha presión para mí, pensaba trabajar...

- No se diga más, cuando volvamos tendrás trabajo seguro en la empresa de mi padre.

- Pero, Kerem...no sé, tal vez tu madre no quiera.

Kerem negó.

- Claro que no. Verás que todo estará bien. Pero por ahora habrá que seguir con la escuela. Le avisaré a mi madre para que me permita regresar en lo que termina el semestre.

- Por supuesto- añadió Sureyya.

Al día siguiente, ambos se alistaron con celeridad para llegar a su respectiva escuela.

- ¿Comemos juntos?- preguntó Kerem.

- Sí, claro...-sonrió la joven.

Cuando Kerem se marchó, ella estaba sumamente emocionada.

Más tarde, un joven turco también arribó a la escuela. Un libro caía de sus manos.

- Perdón- dijo en inglés.

Pero el acento lo delataba. Sureyya lo miró.

- ¿Eres...turco?

- ¿Tú también?

Ambos rieron. Realmente era una gran coincidencia.

Se hicieron compañía hasta la puerta de la escuela.

- Yusuf Rehsan- dijo el muchacho- un gusto conocerte, Sureyya.

- Igualmente, Yusuf- respondió ella.

Kerem observó desde afuera. ¿Quién sería este tipo que hablaba con Sureyya?

Ella salió tranquilamente.

- Sureyya, ¿vamos por un café?

- Claro- respondió la joven- ¿cómo te fue?

- Bien- añadió Kerem- gracias. Hablé con mi madre. Pero ya te contaré. Vámonos.

Ella asintió. También tenía mucho que contarle.

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