𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐒𝐞𝐬𝐞𝐧𝐭𝐚

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ᴄᴏɴᴛᴇɴɪᴅᴏ ᴀᴅᴜʟᴛᴏ

ᴍɪ ᴄᴏɴᴇᴊᴏ

  Plasmó sus labios sobre mi piel, dejando besos en mi pierna, subiendo poco a poco cada vez más cerca del lugar al que anhelaba que llegara. Mi respiración se agitaba cada vez más por las caricias de sus dedos en la parte interna de mis muslos, pero estos fueron sustituidos por sus labios.

Estaba tan atenta a que llegara que el tono de llamada de su teléfono me espantó. Me queje al sentir su cuerpo alejarse de mí.

— Déjalo sonar. — Insistí tomándolo del brazo para detenerlo.

— Puede ser importante, solo será un segundo.

Empujó mi brazo cuidadosamente, haciendo que soltara el de él.

Me quede tendida sobre la cama escuchando su conversación, desvié la vista hacia él al escuchar el nombre de Vivian, luego mire la hora, eran las once de noche. ¿Para que llamaba a estas horas? Con la punta de mi pie toque su espalda, quería que colgara y siguiera en lo que hacía.

Estaba muy convencida de que yo no era una persona celosa, pero existen límites.

— Li.

Levantó su mano pidiendo que esperara.

Solté un quejido muy pronunciado.

— Es tarde. — Puse mis manos sobre sus hombros y mordí sutilmente su oreja.

Se estremeció al tacto.

Cambie de posición poniéndome sobre sus piernas a horcajadas.

Me dio una mirada de advertencia, pero no le hice caso.

Con mi mano derecha tome su grueso miembro, acariciándolo un poco antes de ponerlo dentro de mí lentamente, con dificultad. Los ojos de Liam se cerraron poco a poco, por lo que me atreví a quitarle el teléfono de las manos y colgar la llamada.

Lo solté y apoyé mis manos sobre sus hombros a la vez que movía mis caderas de arriba hacia abajo suavemente para acostumbrar.

Acaricio mi espalda con sus dedos, recorriendo mi columna con delicadeza.

— No pudiste esperar un segundo.

— No.

Recliné mi cabeza hacia atrás al sentir su boca sobre mis senos, lamiendo y jugueteando con mis pezones. Subí mi mano hasta su cabeza y tiré despacio de su cabello, soltó un gemido contra mi piel, uno muy placentero.

Pegue las palmas de mis manos en su torso desnudo y lo empuje lentamente hasta que quedo completamente recostado sobre la cama. Moví mis caderas aún más de atrás hacia delante.

Relamió sus labios antes de volver a gemir repetidas veces.

Cerró sus ojos, pero no quería que desviara la mirada. Puse mis manos a cada lado de su cabeza y me incliné hacia delante, con la punta de mi lengua rocé sus labios antes de besarlos y morderlos.

— Mírame.

Su mirada era intensa y el color de sus ojos estaba oscurecido.

Su pecho y su cuello se tiñeron de un leve color rojo, apretó mis muslos con fuerza jadeando, atreviéndose otra vez a cerrar los ojos.

— ¡Mírame! — Le ordene con voz autoritaria.

Soltó un gemido cargado de placer que recorrió cada parte de mi cuerpo. Me incorpore arqueando mi espalda, recibiendo el orgasmo que estaba buscando, sintiendo su calidez tocar mi interior provocándome un cosquilleo en el pecho.

Clímax Donde viven las historias. Descúbrelo ahora