𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐒𝐞𝐬𝐞𝐧𝐭𝐚 & 𝐔𝐧𝐨

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ʟᴀ ɪᴍᴘᴏʀᴛᴀɴᴄɪᴀ ᴅᴇ ʟᴀ ᴄᴏɴɪᴀɴᴢᴀ

El sonido de los pájaros de fondo era armonioso, el agua se sentía cálida y el ambiente estaba muy fresco.

Mantenía los ojos cerrados mientras que Liam me sostenía, me enseñaba a flotar, cosa que nunca aprendí hacer, como nadar. 

— Eso es, lo tienes, voy a soltarte.

— No.

— Solo no hagas movimientos bruscos, relájate... Lo haces bien.

Lo que me asustaba era que estábamos en un espacio profundo, tenía la sensación de que iba a ahogarme.

— Puedes hacerlo.

Sus manos me dejaron poco a poco, cuando creí que pude hacerlo sola toda el agua se fue a mi rostro y entonces perdí el control, trate de tomar aire, pero solo trague una gran cantidad de agua.

Me levanto a lo que yo me abrace a él con mis piernas y brazos.

Tosi tanto que sentí un leve dolor en mi garganta.

— Esta bien — acaricio mi espalda.

— No puedo hacerlo.

— Debes de ser paciente.

Paciencia, lo que no tenía. Era el quinto intento y aún no he logrado el objetivo.

— Creo que tengo que aprender a nadar primero. — Susurre.

Recosté mi cabeza en su hombro tomando un descanso. Seguramente me sentiría mal después por toda aquella agua que injerí.

— No es necesario.

— Lo haces parecer muy fácil.

— Porque lo es, solo debes de practicar, ¿quieres seguir?

Sin siquiera esperar mi respuesta me despego de él y me volvió a poner en la misma posición, respiré profundo para estabilizarme. Mantuve mi mirada puesta en él, notaba sus ojos de un azul más intenso y claro.

Me preguntaba si era la única cara que vería antes de morirme aquí ahogada.

Quito sus manos de mi cintura y las bajo a mi espalda, sosteniéndome con una sola mano.

— Lo haces bien.

— Me estas sosteniendo.

Era lógico que me mantuviera a flote si él me sostenía.

— No, no lo hago, pero no te asustes...

Tarde, el agua en mi cara.

Tan solo me levanto ayudándome a recuperar la estabilidad.

— Confía.

Solté un suspiro.

— No es que no confié, me asusta que me sueltes.

— No debes tener miedo, estoy aquí justo al lado de ti, no va a pasarte nada, solo debes de confiar.

Sentí su mano alejarse y mis piernas se hundieron poco a poco hasta que volvió a sostenerme.

— Blair...

— No es tan fácil. — Me queje.

— Si no te relajas no vas a lograrlo, debes de confiar.

— No es que no confié, Liam.

— Entonces que es.

— Tengo miedo.

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