CAPÍTULO 16: INCÓGNITAS

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Me quedé paralizada. ¿Qué me alejara de quién? Bueno, ya lo descubriría.

Me di la vuelta y pude ver cómo Wade y Connor corrían tras ellos. Después de unos metros, se rindieron. Me llevé una mano al pómulo derecho. Me dolía, me dolía mucho. Sentía pinchazos y palpitaciones, más tarde tendría que poner hielo… ¿Me habían dado? No lo había sentido mientras peleaba.

Pude ver a lo lejos cómo Connor se pasaba la mano por la cara y le daba una patada al cubo de basura que tenía al lado. Lo mandó al otro lado de la calle, esparciendo todo su contenido por la acera. De repente, pareció que se acordaba de que yo también estaba allí, porque corrió hacia mí y me cogió la cara entre sus manos con suavidad y la examinó con extraña delicadeza. Me sorprendió su repentina muestra de afecto y preocupación. Agarré delicadamente, sus muñecas con mis manos y retiré las suyas de mi rostro muy despacio.

-Joder, ¿Estás bien?

-Connor, tranquilo, estoy…-.Me tambaleé. Enseguida me cogió por las caderas para evitar que callera al suelo, y yo me agarré a sus fuertes hombros. El simple roce de sus manos, incluso por encima de la tela de la falda, hizo que me estremeciera.

-No estás bien, Khloe. Vamos, agárrate fuerte a mí-. Lo hice y nos dirigimos a su coche. Wade me dio un abrazo, cuidadosamente, y se fue, aún intranquilo, y después de que casi se lo suplicara, pues también estaba preocupado.

Llegamos al coche y me ayudó a entrar. Ya no estaba mareada, pero aunque me negara a admitirlo en voz alta, me encantaba que me cuidara y que por una vez dejara su coraza en un segundo plano. Me gustaba mucho más el Connor amable y atento.

-Oh, madre mía, tienes el labio roto. No me había fijado. Cuando lleguemos a mi residencia deberías pasar a que te lo cure-.Musité, cogiendo su barbilla con dos dedos para ver mejor su labio. Noté cómo se tensaba su mandíbula ante el contacto.

Tenía una gran herida, de la cual chorreaba un poco de sangre. También le habían arañado y hecho algunos moratones en los brazos. Pero lo que peor pinta tenía, sin duda, eran sus nudillos. Estaban ensangrentados, en carne viva. Se podía decir, sin duda, que había estado metido en una pelea…y que la había ganado. Por lo demás, estaba perfectamente, sólo eran unos pocos rasguños.

-No voy a subir, esto no es nada-.Retiró la cara de mi agarre.

-No era una sugerencia-.Repliqué, y me crucé de brazos. Bufó, dándose por vencido, sabiendo que ésta guerra no la iba a ganar. Sonreí para mis adentros, satisfecha.

Después de cinco minutos de trayecto en silencio, aparcó el coche al lado de mi residencia. Él se bajó y vino a ayudarme, aun que no era necesario, como ya he mencionado, no me importaba que lo hiciera.

-Espera, no pueden entrar chicos a nuestro edificio si no es la hora del descanso-.Dije al poner un pie en el primer peldaño de la escalera de la entrada principal del edificio.

-Ya lo sé, pero te has empeñado, mocosa-.Fruncí el ceño.

-Tú me has ayudado, yo te ayudo-. Me quedé pensativa. No era de noche como la otra vez, ni la hora del descanso, así que no podíamos entrar a hurtadillas sin que nos viera nadie, ya que había un montón de chicas por los pasillos que podrían chivarse. – ¡Las escaleras de incendios!-. Grité acercándome a Connor. Asintió, desganadamente, y fuimos hacia allí.

-No voy a llegar, están demasiado altas-.Dije, intentando agarrarlas de puntillas.

-Sube-.Me indicó, dándose ligeras palmaditas en los hombros y agachándose.

-¿Qué? Ni hablar-.Exclamé.

-¿Quieres que entremos los dos o no? Mira que me duele mucho y creo que está infectado-.Dijo con una sonrisa burlona y señalándose el labio. Bufé y me coloqué detrás de él.

Te odio con amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora