CAPITULO 2: CAPITULOS QUE SE CIERRAN.

416 25 30
                                    

  -No le des tanta importancia. Ya sabes que están muy ocupados, Khloe. Míralo por el lado positivo, volveremos en Navidad y podremos pasar un poco de tiempo con ellos de una vez.- añadió mi hermano, que a la vez me hizo una mueca triste.

Él sabía que odiaba que ni siquiera tuvieran un momento para nosotros. Pero así era su trabajo. Y tampoco podía echar demasiado en falta algo que pocas veces había tenido, el cariño de mis padres, desde el accidente. El accidente que hace unos años casi destruye a mi familia.

-Ya, pero además quedan casi cuatro meses para navidad...- dije.

-No seas tonta, verás como se te pasa volando.  En cuanto te hagas unas cuantas amigas pijas y tontas  en el internado, se te olvidará hasta que tienes padres.-Habló. Y me sentí un poco mejor. Otra de mis cualidades es que soy una chica muy sociable, y hago amigos enseguida, aunque no siempre había sido así. De niña solía ser muy tímida, hasta que conocí a Grace, un día en el que me cortó un mechón de pelo de la coleta cuando teníamos seis años.

-Joder, Adam, si es que en el fondo hasta me caes bien.-Dije intentando cambiar de tema, para evitar derramar las lágrimas que amenazaban con salir de mis ojos. No me gustaba mostrarme vulnerable ante NADIE.

-Pues hermanita, siento decirte que aquí y ahora ha terminado el momento ñoñerías, volvemos a ser oponentes. ¿Entendido?-Dijo, haciéndose el duro, y empujó con su hombro el mío. Pero vi de reojo cómo sonreía con ternura. Haciendo como que no le había visto le dije:

-¡Arrggg! Ojalá mamá y papá te hubieran comprado, para devolverte.- Punto para Khloe. Nos reímos, y cuando apareció Gustave con las maletas paramos de sopetón. Le solté aterrada:

-¡Gustave! Oh dios mío, ten cuidado con mis maletas por favor, que son de Chanel y cuestan más que tu coche.-No soy una persona materialista, pero esas maletas tenían mucho valor sentimental.

-Lo siento señorita Carrington.

-No pasa nada, pero ten cuidado por favor-Le comenté sonriendo amablemente.

Para ser sincera, no me considero una persona creída, y no me gusta dármelas ni fardar de mi dinero, pero sí que me gusta tener cosas de firma y enseñarlas, ya que puedo permitírmelo y soy muy coqueta y presumida en todos los sentidos, pero no pretendo dar envidia (la mayoría de las veces), no me siento superior a nadie, por supuesto, pero cuando se trata de mis cosas de marca, y aunque no lo sean, soy muy cuidadosa, hay que valorar lo que uno tiene, porque ese dinero que gasto en mis caprichos lo han ganado mis padres con mucho esfuerzo y dedicación.

El chofer metió las cosas en la limusina y nos dijo que nos sentáramos, que nos íbamos ya. Cuando arrancamos, (nuestro conductor privado), nos preguntó si estábamos listos para emprender el viaje.
Eché un último vistazo a la mansión, la mansión de mi familia, donde todos nuestros secretos se quedaban bajo llave detrás de sus puertas hasta nuestra vuelta.
Nos marchamos de allí.

***

Tras los 15 primeros minutos de trayecto Gustave nos dijo:

-Señor y señorita Carrington, quería informarles de que sus vehículos serán transportados al internado para que puedan disponer libremente de ellos dos días después de su llegada.

Le dimos las gracias.

Después de 20 minutos de viaje en los que cada uno estaba escuchando su música en el móvil con auriculares, llegamos a casa de Grace. Tardamos tanto porque ella no vivía en nuestro barrio. El nuestro era uno donde sólo había mansiones y en cambio, el suyo era de clase alta también, pero no llegaban a ser mansiones, si no, más bien chalets grandes y muy bonitos.

Te odio con amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora