26- hielo.

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Siempre dando todo y nunca la cara
Ya no me puedes cegar, solo hay hielo ya en mi mirada...

Beret— Aún me amas.

Estaba ahí. Frente a mí. 

Tal vez siempre estuvo ahí, pero yo nunca lo quise ver. Lo cual es irónico porque comencé a sentir que lo necesitaba básicamente para vivir.

La ironía tomaba acción sobre mis actitudes, como pensaba lo mejor para mí y por eso acabé haciéndome daño.

Pero eso ya no importaba. Ya había pasado, y una vez que el daño está hecho sólo queda juntar los pedazos.

Aunque los quería desparramados, sueltos en el piso y pisarlos a cada paso que doy. Eso me gustaba, me dolía. Eso me llenaba de inspiración, de una tan fiel que al abrir el cuaderno podía escribir siete textos seguidos.

Eso me encantaba, me hacía entrar en pánico también.

Escribir era mi terapia, mi reflexión. 

Ahí narraba lo sucedido y cómo me sentía respecto a eso.

No me hacía pensar, las palabras aparecían solas en mi mente y mi mano las escribía antes de darme cuenta de lo que dicen. Luego lo leía, tan intenso, tan triste, tan liberador.

Recuerdo la última vez que escribí sobre soltar, también recuerdo la primera vez.

Tal vez no sea que Ben me traumó, puede que después de todo tenga una buena memoria. Porque este fue el primero:

Habla de soltar pero se aferra a lo que le hace mal, lo intenta justificar porque no se quiere alejar, porque cuando le llega un mensaje de esa persona le sale una sonrisa al natural, de esas que no dejan de brillar.

Su amor se anima a dar, aunque de a ratos se sepan amar y de a ratos olvidar. Su corazón sabe aguantar todo el dolor que le pueda provocar.

Y una vez más, vuelve a confiar, porque en esa persona nunca dejó de pensar, y le gustaba imaginar que a su lado va a estar.

Por su corazón se deja llevar, cree que su mente la puede dañar, le gusta ignorar cuando la tratan de aconsejar.

Pero aprendió a amar de una forma que ni hubiera podido pensar que llegaría a pasar.

Y al releerme pienso "¿Cuál fue mi avance? Si sigo detrás del mismo chico y aún no consigo nada. Si lo que me da son puras migajas.

Abrí mi cuenta jovendetextos en Instagram y releí la última publicación que hice la última vez que Ben se alejó de mí.

Me gustaría decir que si volvés arrepentido no te voy a perdonar, que volviste tarde, que ya te supere, pero se que no será así.

Me cuesta ver con claridad el día en el que no te tenga cerca, que definitivamente no hablemos, que no nos veamos más.

Sé que tengo que dejar de insistir, no quiero seguir mendigando un poco de amor ni atención, pero no sé porqué lo hago. Siento que te necesito y que en algún momento vos también me querrías como yo a vos.

Quiero decir que aunque te fuiste ya no te quiero, que si volves no te voy a dejar que entres a mi vida de nuevo, pero de alguna forma siento que nunca te fuiste.

Sólo venís cuando querés, cuando tu otra persona no te quiere entretener venís hacia mí como si fuera una distracción, sé que no me querés, que me usaste y me destrozaste.

No sé porque no puedo alejarme de vos.

No sé porqué te perdone y perdonaría de nuevo.

Y no solo fue un escrito, lo hice. Lo dejé entrar a mi vida, le dejé romper los pedacitos de mi corazón que antes no había podido romper. Le di una entrada V.I.P a mi destrucción.

Recuerdo haberme sentido mal al ver la cantidad de veces que dije "me voy a alejar" y que luego no fue así. Pero esa vez se sentía tan real. Esa vez comencé a escuchar lo que decía, comencé a leer lo que escribía.

Recuerdo que ese fue el comienzo de mi cambio. Presencié cómo poco a poco se fue extinguiendo todo el amor que tenía. Y todo el calor que corría por mis venas, se congeló. Me costaba mirar a alguien con ternura, era como si tuviera hielo en mi mirada.

No era yo, pero si mi nueva versión y eso era peor.

El chico de Twitter. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora