11- joven de textos.

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Era una niña buena, amiga de una docena, pero no feliz
Así que no me retes, no me retes, que te veo venir.

Babi- Duelo dulce.

10 de marzo de 2018

Por primera vez en mi vida me sentía realmente mal, y no comprendía por qué será, supongo que tenía demasiadas razones y la mezcla de todas es lo que me tenía tan desanimada.

¿Será por qué le miento a mi familia? Mis padres nunca me dejaron hablar con desconocidos a través de internet, porque les daba miedo que algo llegara a pasarme. Y ahí estaba, ocultando que hablo con un chico.

¿Será por haber comenzado mi último año de escuela secundaria? Nah, ya quería que sea diciembre para finalizarlo y no ver más a nadie, aunque sin duda, luego extrañaría el ver a mis amigos todos los días.

Tenía demasiadas cosas para estudiar, el hacerlo me llevaría horas ocupadas, horas que podría pasar haciendo otra cosa, como hablar con alguien.

Oh no, ¿Será que me estaba encariñando con Ben, después de que mi mejor amigo me recomendó no hacerlo? En ese caso debía decírselo, pero al mismo tiempo decirle que me encariñe con un tarado me daba vergüenza.

Me sentía sola, incomprendida y confundida. En aquel instante quería ocultarme en alguna parte donde me sintiera protegida, resguardada del mundo exterior y de cualquier persona.

Fue aquel 10 de marzo, donde me refugié en una cuenta de Instagram a la que llamé jovendetextos.

Allí comencé a escribir aquella confusión que sentía, aquellos sentimientos que me alegraban y las inseguridades que me mantenían despierta por la noche.

Sabía que hablar no es lo mío, pero de alguna forma debía expresarme, así que tras ese nombre falso me escondí. 

Constantemente fui publicando cada texto que escribía, comenzando por este:

Estaba confundida, tenía un nudo en la garganta y un peso sobre mis hombros. Quería llorar, gritar todo lo que callaba. Me sentía sola, me alejaba de las personas cuando más las necesitaba. Mis inseguridades me comían la mente, aquellos miedos en los que crecí.
Era una completa idiota.

Pero nadie se dio cuenta, destrozada por dentro andaba detrás de las personas que querían ser escuchadas.

Entendí que si mantienes una gran sonrisa nadie se fijará si tenés lágrimas en los ojos. Todos me decían que era buena, me  preguntaban cómo hacía para sonreír siempre, pero, claramente, no sabían que era una sonrisa falsa.  Pasaron años. Y nadie lo notó.

La mente crea y resuelve conflictos, demasiadas veces me sentía mal, por imaginar cosas, por preguntarme "¿qué hubiera pasado si...?" Y ahora, siguiendo querer cambiar y arreglar la mayoría de mis pensamientos y tras una y otra guerra conmigo misma, tengo miedo.

Me decidí a ser una persona fría, después de tantos boludeos, sólo demostrar cariño a las personas que llegaron a mí corazón, pero fallé. No pude cambiar mi ser completo, y ahí entendí que estaba mal, que no debía adaptarme a nada.

Cada persona tiene su forma de ser, la mía era especial como cada una, y no podía cambiarla. Me siguen lastimando, no lo voy a negar. Los nudos en la garganta siguieron sumándose, el peso sobre mis hombros aún permanece. De a poco debería ir mejorando diciéndole a alguien lo que siento, como dejaba que mis amigos hicieran conmigo, dejar el papel del diario y ser el escritor.

Ya sabía de qué trata, sólo faltaba por donde comenzar y como ponerle un final.

El chico de Twitter. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora