CAPÍTULO XIII
COMPENDIO
Quellón, Chiloé, Chile. 1876
Los días y las semanas han pasado de manera desapercibida y sin novedades. Los domingos son mi día favorito viendo amaneceres al lado de Sayen mientras hablamos sobre sus costumbres y nuevos datos curiosos que he aprendido de Aliwe.
Por otro lado, las cosas con Adam se me hacen amargas, cada vez me siento peor al evitarlo... y mamá no me ha insistido en tener que ir a las reuniones dominicales, entiende que mi fe ya no se fortalece con un sermón que en vez de edificarme, me asusta y me debilita.
En otras noticias, hoy llega la institutriz y mamá tiene la seria afición a siempre querer dar las mejores primeras impresiones, lo que me preocupa es que voy llegando tarde después de estar con Sayen y es muy probable que termine reprendida.
—¡Erika! Santa madre, tu pelo es un desastre —gritó mi mamá al verme entrar a casa.
Mamá se me acercó tratando de organizar mis rizos desordenados por haber corrido más de 5 kilómetros. Su vista bajó a mis botines y me miró con una ceja levantada.
—Tienes menos de cinco minutos para cambiarte esa camisola por tu vestido blanco, te pondrás la cinta azul en el cabello y usaras los zapatos de forro —me dijo de manera severa y fue inevitable poner mala cara, no me gusta ponerme esos zapatos, se manchan con cualquier cosa y son incomodos —. Si demoras, yo me encargaré de peinarte.
Salí corriendo escaleras arriba y sacándome mi calzado en el camino, cuando mamá me peina molesta no es un lindo momento.
Me cambié rápido y al bajar me paré al lado de Adam quien me dio una mirada de soslayo.
—¿Qué? —le dije y soné más agresiva de lo que quería.
Él solo volvió a mirar enfrente negando con su cabeza y su semblante serio. En ese momento la puerta sonó.
Papá se paró del sofá para abrir la puerta personalmente, mamá nos dio una mirada más y acomodó el cuello de Adam de manera rápida.
Al abrir la puerta apareció una mujer que destilaba elegancia, con la edad evidente en su rostro y en su canoso cabello, vestía un traje de dos piezas color burdeo, un abrigo café, un sombrero del mismo color de su ropa y al mirarla detenidamente sonreí disimuladamente... no traía corsé.
—Fräulein Grubber, bienvenida, espero que haya tenido un viaje tranquilo —dijo mamá dándole la bienvenida.
—Lo fue, muchísimas gracias.
—Permítame su abrigo, le llevarán sus maletas y pertenencias a su habitación. Mientras permítame presentarle a mi familia —papá le señaló la sala y la mujer dirigió su mirada a nosotros con una gentil sonrisa.
—Que jovencitos más encantadores —dijo caminando hacia nosotros —mi nombre es fräulein Emma Grubber y ustedes son... —se presentó en alemán.
—Adam Ronsenstock, encantado fräulein Grubber —se presentó Adam con una ligera inclinación con la cabeza a la que la mujer respondió ampliando su sonrisa.
Se veía gentil.
Se para enfrente mío esperando que me presente, la escaneé rápido de pies a cabeza y la ausencia de accesorios religiosos en su vestimenta me generó un gran alivio, al verla bien pude notar una peculiaridad en su mirada. Sus ojos eran cafés, pero su iris izquierdo estaba dividido por una mancha color verde.
—Sus ojos son extraños —se me salió sin pensar.
—¡Erika! —mamá me reprendió.
—Oh, no se preocupe, me encanta cuando una jovencita dice lo que piensa —volvió a mirarme con una sonrisa —Así que tú eres Erika, lo que supe de ti me ha dejado totalmente fascinada —dio un paso atrás —estoy ansiosa por pasar tiempo juntos —se volteó dirigiéndose a mis padres —. Espero que pueda hacer una diferencia positiva en su educación, ahora, si no le molesta ¿Dónde puedo acomodarme? Ha sido un trayecto largo.
![](https://img.wattpad.com/cover/9536051-288-k532387.jpg)
ESTÁS LEYENDO
VIENTOS DEL SUR ©
Fantasy«Y si eso me hace la mala de la novela... pues les demostraré qué tan mala puedo llegar a ser.» (Historia basada en mitología Mapuche, Chile)