2 - Secuestrado.

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Cuando, por fin, finalizó la presentación del libro, Jimin sintió que había envejecido diez años.

Estaba tan cansado que decidió marcharse directo a casa, sin pasar por la casa de sus amigos como había prometido.

Una vez que llegó a su pequeño departamento, se deslizó de su ropa "lujosa" y se puso un chándal super gastado que lo hacia ver como un niño de secundaria. Jimin siempre pensó que, como se le veia bien atras, podía seguirlo usando.

Eran casi las seis, y el clima era agradable y templado. Así que el recientemente famoso escritor, decidió dar una vuelta en calles cercanas, y quizás comprar algo para cenar.

Caminaba tranquilo y sonriente, orgulloso de todo lo que había logrado con su obra. Estaba confiado que a este le seguirían mas éxitos.

Su editora no paraba de enviarle correos, tan ansiosa como él por su triunfo, y Jimin se mantenía distraídamente mirando el teléfono mientras caminaba.

Quizás por eso solo se percató de la limusina negra estacionada frente a él antes de chocar con ella. La curiosidad lo llevó a mirar fijamente una de las ventanillas largas y tintadas.

De un momento a otro, descendieron dos hombres del vehículo, el chofer y su acompañante, y sin mediar palabras, lo agarraron de los brazos acercándolo mas al coche.

¿Secuestro?¿Un fan enloquecido?

Sin saber qué diablos pasaba, intentó soltarse del agarre. Forcejeó, agitó sus brazos y piernas, incluso intentó gritar por ayuda. Pero la calle estaba desierta, y aquellos dos gigantes estaban construidos como rocas, haciendo que el esfuerzo de Jimin se viera ridículo .

En poco menos de un minuto estaba dentro de la limusina.

Golpeó las ventanillas, pero ni siquiera era capaz de desbloquear la puerta. Golpeaba el cristal con ambas manos, cuando escuchó un carraspeo proveniente de la parte trasera del auto.

Al volver su vista, encontró a un joven hombre, que seguramente no llegaba a sus treinta, vestido elegantemente, con la mirada fija en él.

-¿Quien eres tu?

El hombre no le respondió. Siguió mirándole fríamente, como si Jimin hubiera matado a su cachorrito.

-¿Qué quieres hacerme?

Silencio total.

No pasó mucho tiempo para que el auto se detuviera, y fue entonces que Jimin realmente se asustó. Estaban en una playa, con solo carretera, agua y arena. No había nadie que pudiera ser testigo de como ese hombre lo asesinaba y lo lanzaba al mar ayudado por sus secuaces.

Cuando la puerta se abrió, ambos hombres bajaron del auto, dejándolo solo con el supuesto jefe. El hombre silencioso se movió entre los asientos hasta acomodarse cerca de él.

Jimin, completamente en pánico, intentó abrir la puerta por última vez, pero el otro lo sostuvo por la muñeca y tiró de él fuera del coche. Lo soltó justo frente a él.

-¿Qué quieren de mi? No tengo dinero aún, solo he publicado un maldito libro. Soy una estrella en ascenso. - gritó- Dios mio, van a matarme. Van a violarme, matarme y robar lo que cobraré de mi libro. Van a enterrarme en esta cloaca sin que nadie sepa qué me han hecho. Y cuando me encuentren solo quedará mis huesos y este ridículo pijama...- gimoteo mirando a su alrededor -Me van a ...

-¿Quiere callarse de una maldita vez? -habló al fin- No me des mas ideas, porque tengo las ganas y los recursos para hacerlo.

-¿Qué quieres de mi? Yo no tengo dinero, aunque no parece necesitarlo, viendo su forma de vestir o el coche....dudo que sea eso lo que quiere.

-Esto...

El hombre trajeado buscó algo en su americana. Tan pronto como lo sacó, se lo lanzó a Jimin.

-¿Mi libro?- murmuró- ¿Me secuestraste para que lo firme?

-¿Para que lo firmes? Debes estar bromeando. ¿Tiene idea de cuánto pienso pedirle por compensación de los problemas que me ha dado su libro?

-¿Compensación? ¿Puedes explicarme?

-Deje de tutearme, no me conoce. No tenemos ninguna confianza. Y yo soy mayor que usted.

-Está bien, hyung- dijo Jimin entre dientes- Pero tampoco sé como dirigirme a alguien que me secuestró y me trae a este lugar.

Ambos permanecieron mirándose en silencio. Hasta que Jimin decidió hablar.

-¿Y bien?

-No, bien no. Señor Park, su libro tiene mi vida del revés.

-No sé si ofenderle o sentirme halagado. ¿Tanto le gustó?

-¿¡Qué!? No, no me gustó. Y no lo he secuestrado, lo traje aquí para que la prensa o mis amistades no puedan vernos ni por error.

-Oh...

-Solamente quería informarle de mi decisión de demandarlo por daños y prejuicios al publicar falsos detalles de mi vida íntima en su librito.

-¿Qué?

El hombre se acercó un paso, Jimin retrocedió otro. El libro le fue arrebatado y sacudido ante sus narices.

-Página cincuenta y dos. "MinHo bajaba los escalones lentamente, excitado de solo pensar en TaeMin -leyó, alzando la vista para mirarlo. -Se encendía por completo al pensar en la rosada boca del chico sobre su erección. TaeMin era todo lo que MinHo no había encontrado en una mujer. Y había tenido su cuota de ellas: la modelo peliroja, la actriz castaña, la secretaria tonta y rubia de pechos grandes, e incluso la doctora con la que fingió comprometerse. MinHo era definitivamente gay, y su atracción desmedida por TaeMin solo lo demostraba."

-¿Qué tiene de malo ese fragmento?

-¿Cuánto tiempo lleva espiándome para saber sobre los lugares que frecuento, lo que bebo, con quien me veo, las marcas de perfume que uso? ¿Te pagan para que me espies o fue sórdido placer hacerlo?

-¿Estás insinuando que me basé en ti para hacer a MinHo?

El hombre no parecía interesado en escucharlo.

-¿Cómo sabes de mis ex? ¿O de mi compromiso con DaRi? Cómo...- hizo una pausa para obligarse a tragar- ¿como sabes que soy homosexual si eso no lo sabía nadie?

Jimin empezó a reír. Se carcajeó de lo lindo. Aquello era alucinante. Se podía se hipocondríaco, pero ese señor se pasaba.

Lo miró secándose una lágrima que se escurría por su ojo, y después de darle unas palmaditas en el hombro, pasó por su lado y siguió caminando por el borde de la carretera ante la mirada del otro.

Cuando Min Yoongi entró en la limusina dejó salir la risa que estaba conteniendo. Lanzó su ejemplar de Sweet Love contra el asiento y se sacó la corbata.

Nadie, en todos sus veintisiete años, le había humillado como ese niñato.

Él lo había alertado, y iba a cumplir. Por mucho que le hubieran gustado los labios carnosos del escritor, o lo bien que se ajustaba el pijama a su trasero.

Lo denunciaría y le haría pagar.

I do, of course I do 💍 YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora