shy ; lipsoul

os viseul

Había llegado una pequeña nueva al salón y todos tenían más curiosidad al saber que era incluso extranjera.

La querida maestra de primaria intentaba calmar a sus niños, pero estos querían pasar por encima de la puerta de la directora para conocer a la nueva lo más pronto posible.

Un silencio expectante por parte de los niños reinó en el salón cuando la elegante señora apareció junto a una niña pequeña de cabellos castaños.

—Buenos días, niños.— Dijo con su usual amorosa sonrisa.

—Buenos días.— Corearon.

—Hoy conocemos esta nueva integrante del equipo.— Acarició cariñosamente el cabello de la nerviosa niña que apenas y sabía decir unas pocas frases en el idioma. —Háganla sentir como en casa, ¿sí?

Aquella pequeña había llamado la especial atención de una pelinegra que se hallaba sentada en uno de los asientos de la primera fila, y en cuanto sonó el timbre para el descanso, fue rápidamente hacia ella para saciar su curiosidad.

—Soy Haseul.

La mayor la miró confundida, así que la menor pensó que tal vez no le había entendido. Se señaló a si misma moviendo sus manos con velocidad y simplemente dijo. —Haseul.

—¿Haseul?— Preguntó la mayor mientras la apuntaba.

—Haseul.

La mayor señaló a otra niña que se hallaba jugando con un peluche que había traído. —¿Haseul?

—¿Ah? ¡No, no!— Movió sus manos en negación y se apuntó nuevamente. —Haseul.— Y luego señaló a la mayor. —Kahei.

—Vivi.

—¿Vivi?

—Vivi.— La mayor agregó algo que la contraria no entendió, pero parecía ser un afirmativo.

Ninguna de las dos lo sabía, pero con algo tan simple como eso fue que empezó una amistad que duró muchísimos años, muchos más de lo que cualquiera esperaba.

Fue a los 13 años que Haseul admitió estar enamorada de la mayor, o al menos, que lo aceptó. Un año después se confesó, y la mayor felizmente le dijo que sentía lo mismo.

—Vivi.. tú.. me- me gustas.— Le ofreció un par de sus gomitas favoritas que había comprado para ella, pero la mayor las ignoró y enseguida se lanzó a sus brazos para abrazarla.

—Pensé que no sentías lo mismo.— Suspiró aliviada.

—Pensé que ibas a rechazarme.— Ambas rieron y al separarse, ambas pensaron que no había necesidad de esperar más. Se habían querido desde hace tanto. —¿Serías mi novia?

—¡Sí!

Igualmente que con su amistad, con algo tan simple como eso fue que empezó un amor que duró muchísimos años, muchos más de lo que cualquiera esperaba.

Un amor eterno.

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¿Creen en las almas gemelas?

—Muse