Ciel Brûlant❄ MYG & PJM

6 - Bons Dieux, tristesse❄

Imagine Dragons - Birds

La lluvia torrencial no ha dejado de caer por horas, días quizás. Había estado lloviendo por lo que parecía una eternidad ya. MoonByul no quiere pensar en cuanto tiempo ha estado así, o lo frío que está el aire que choca contra las ventanas de su oficina, o el anuncio de que comenzara a nevar muy pronto. Todo lo que le importa es que Yoongi está ahí fuera. Cambiado a su enorme forma animal; un lobo negro de patas fuertes y colmillos amenazantes, pero que nada puede hacer contra la tempestad que se apodera de todo.

Por seis largos días, Yoongi ha permanecido rebelde en su posición. Se ha negado a cambiar, se ha negado a comer, se ha negado a buscar resguardo de la lluvia o el frío, y ha continuado vagando por los contornos boscosos de la mansión sin rumbo ni destino.

Y todo por aquel insignificante omega con quien compartió cama durante su celo. Un niño, sin estatus, que fue solo parte de un trueque de negocios.

Y para MoonByul es risible que alguien tan pequeñito en todos los sentidos, causara un efecto tan grande.

El sobrino omega del mediocre Park, un alfa que ha pasado más tiempo tras las mesas de juego de casinos que en cualquier otro sitio. Endeudado, en banca rota y arrastrando por el fango el pobre nombre de su hermana y cuñado muertos. Una basura de gente, con quien se había visto en la obligación de trabajar algunas veces. No por su voluntad, es menester mencionar.

Pese al poder que ha tenido la familia Min por décadas, no se puede escoger siempre con quien hacer algunos negocios. Incluso si MoonByul ha preferido dejar algunos campos de trabajo, a petición de YongSun, hay cosas que no pueden ser cambiadas.

Son de esa forma y seguirán siéndolo por siempre, porque así funciona ese mundo. Hay cosas de las que no puede prescindir; trabajar con Park fue una de ellas

Los negocios salieron tan mal que el hombre terminó ofertando su sobrino y, único pariente vivo, como sacrificio para pasar un celo con un alfa puro. Las cosas solo sucedieron de la manera que tenían que suceder. El chico moriría en todas las opciones. A pesar de eso, fue chocante enterarse que su hijo lo marcó.

Nunca esperó eso. No de Yoongi, al menos.

Marcar a un omega de ese estatus, de esa sangre, solo degradaría su apellido. Siendo Yoongi el primogénito, las consecuencias de descendencia, en caso de que hubiese, serían catastróficas para la familia. Y, por supuesto, Yoongi sabía eso.

Había marcado al chico de todas formas.

MoonByul presionó su sien con dos dedos ante la llegada de otra jaqueca. El pensamiento de lo que podría haber sido, envenenando su cuerpo.

Maldita sea.

Quizá fue mejor así. El chico murió sin que ella tuviera que intervenir, y su hijo va a terminar por aceptarlo. Incluso si el chico era su destinado.

"Menuda estupidez" masculló. La simple idea de que un alfa como su hijo tuviese tal pequeña cosa como pareja provista por los cielos era ilógico. La diosa luna, si es que en verdad existía, no podía obrar de aquella manera. "No puede ser posible. No lo es."

Aun así, tendrían que pasar tres días más y una terrible tormenta para que Yoongi volviese a cambiar.

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"La fiebre está cediendo, gracias a dios." susurró YongSun, acariciando la mejilla pálida y caliente de su hijo mayor. La piel estaba seca y hundida hasta desformar los atractivos rasgos del alfa. Todo su cuerpo parecía haberse consumido, y el aire de enfermedad le rodeaba como un manto. El olor de su lobo estaba completamente desaparecido. "Me preocupa que su alfa no se manifieste aún."