Ciel Brûlant❄ MYG & PJM

1 - Ma dette ❄

Black Sea - Natasha Blume

El chofer cerró la puerta del auto con un golpe seco, dejando en claro que no debería ser abierta de nuevo. No hasta llegar al destino acordado.

No importa cuanto lloró, cuanto rogó o imploró piedad. Su tío había sido imparable, como un torbellino azotando todo a su paso, salvo que ahora azotaba directamente la vida de Jimin.

Había una deuda, y él sería la moneda de cambio.

"Es solo una noche, sobrino. Tu cuerpo a cambio de mi vida, me parece que no hay mucho que pensar" -fueron las palabras exactas que le había dicho. Aún con una cara lamentable, como si de verdad sintiera lástima por él. -"Es el celo del hijo mayor de los Min. Apenas es un chiquillo, no es como si te entregara para que un viejo te folle. No sé porqué te pones así"

¿Como quería que se sintiera?

¿Como esperaba su tío que reaccionara si lo estaba entregando para que un alfa a quien no conocía lo usara para aplacar su celo? A él, quien se había presentado hace solo un mes, y ni siquiera había pasado por un celo propio.

No sabía a que se enfrentaba, no sabía que podía esperar. Las historias sobre alfas en celos eran conocidas de más, y ninguna era agradable. Un alfa durante su celo estaba tan desconectado de su cuerpo que fácilmente podría matar a su compañero. Eso sin mencionar que Jimin no era nada de aquel alfa.

No tenía muchas oportunidades de salir vivo de ahí. Y su tío lo sabía.

El hombre, hermano de su madre, se había quedado a cargo de su custodia legal tras el accidente de sus padres en 2004. Y, quien vivió como un parásito de su hermana, ahora custodiaba la pequeña fortuna que tenía Jimin como herencia. Fortuna a la que solo podría acceder tras cumplir sus dieciocho.

Era mas que un poco oportuno que el hombre no encontrara otra cosa con la que pagar sus deudas que ofrecer a su sobrino de dieciséis años para pasar el celo de un alfa.

El hombre quería quitarlo del camino sin manchar sus manos de sangre, y era tan obvio que ni siquiera pudo disimular la sonrisa cuando subió a la parte delantera del auto que lo conduciría hasta su patíbulo.

Mientras él solo negaba con su cabeza, aterrado. Las lágrimas bajaban por sus mejillas, la saliva se acumulaba espesa en su boca, su nariz estaba completamente obstruida y su pecho se apretaba con cada dolorosa inspiración. Tenía tanto miedo, tanto, que solo el recuerdo de perder a sus padres se comparaba ante su estado actual. Y quizás palidecía ante esto, porque en aquel entonces su omega no estaba presentado, pero ahora se sumaba a su tristeza la desesperación del pequeño cachorro blanco que gemía lastimeramente en su pecho.

"Tío, p-por favor no" rogó. Ya no tenía nada mas que decir, ya había intentado todo para convencer al hombre. Pero ni apelar a la memoria de su madre trajo resultados, porque los ojos del mayor solo enfocaban el verde del dinero que vendría luego de su muerte. "No quiero, no quiero".

"Pequeño, te juro que no será malo contigo" susurró el alfa, desde su asiento en frente, mirándolo como si de verdad le importaran sus lágrimas. "Es un alfa rico. Esa gente es como la familia real de Corea, si existiera una. ¿Crees que no tienen modales? Debería ser un honor para ti servirle a un alfa así."

"Yo no quiero, no quiero" repitió, porque a esta altura su cabeza solo podía procesar esa frase. Él no quería servirle a nadie, él quería irse lejos. Lejos de su tío, lejos de ese alfa, lejos de si mismo. Quería a sus padres, quería volver a cuando todo era mas fácil, quería que su madre lo arrullara y le prometiera que todo estaría bien. "Mamá"